No cabe duda de que Samuel Eto’o dejó huella en el fútbol, porque en la mayoría de las camisetas que defendió alcanzó la gloria, destacando en las campañas de FC Barcelona e Inter de Milán.
En ese sentido, el diario Marca de España destacó las confesiones más relevantes del camerunés durante su época futbolística, destacando el “perdón que le debería pedir Pep Guardiola”, entre otras.
Amor-odio con Luis Aragonés: Cuando solo tenía 19 años Eto’o vivió una lección que le sirvió para toda su carrera deportiva, porque en el partido Zaragoza-Mallorca fue sustituido en los primeros minutos del segundo tiempo. El delantero se enojó, pateó una botella y se quejó: “siempre cambias a los mismos”. El técnico no toleró la rabieta y lo enfrentó fuertemente: “conmigo no, ¿se entera? Míreme a la cara”.
Su llegada al FC Barcelona: El artillero en sus primeras declaraciones con la camiseta culé se ganó a la hinchada, pues expresó: “Ni pagándome mil millones iba a ir al Madrid, porque no iba a ser feliz. No soy un chico de prometer cincuenta goles, lo que puedo prometer es correr como un negro para mañana vivir como un blanco”.
La reivindicación de Guardiola: Cuando llegó el técnico español al primer equipo del Barcelona quiso hacer una renovación del plantel, incluido Eto’o, pero este le ganó la pulseada siendo clave en esa campaña histórica. Luego desveló que “le dije a Guardiola:
“‘te disculparás conmigo, porque soy yo el que hará que el Barcelona gane, no Messi. Fui yo el que hizo ganar al Barca y Pep me debería pedir perdón’”.
Entrevista en la revista Rolling Stone: El futbolista dejó varias cuñas muy sabrosas como: “Beckham es más guapo que yo, pero yo soy mejor jugador”, “¿no puedo quejarme, porque me llamen negro? A mí me protegen vallas que otros tienen que saltar” y “vivo en Europa, pero duermo en África”.
Su amor por los autos de lujos: El delantero tiene un vicio con ello y llegó a gastar más de cuatro millones de euros. Un Aston Martin One-77, Maybach 57S Xenatec son solo algunos de sus vehículos. “En mi casa de Palma los saco al jardín, los lavo con mimo y luego los miro como si fueses esculturas”.