Una de las imágenes que hizo dar la vuelta al mundo al fútbol chileno en estos últimos días no tuvo que ver con un golazo, fue por un carrito de desplazamiento que fue arrojado como proyectil a una cancha.
Ocurrió en el duelo en que Unión Española perdió por 1-0 ante Unión La Calera, en un compromiso pendiente por el Campeonato Nacional, donde la furia de un hincha desató una increíble historia.
El tipo no encontró nada mejor que lanzar un burrito, el que lamentablemente le pertenecía a otra persona, en una postal que fue destacada en la prensa internacional.
Pese a lo fuerte que puede llegar a ser lo sucedido en el estadio Santa Laura, su dueño asegura que el protagonista asumió su culpa y pagó los costos del arreglo, según detalla en una entrevista con el diario Las Últimas Noticias.
La historia del carrito de Santa Laura
Tomás Izurieta tiene 24 años, es estudiante de derecho y es el hincha de Unión Española dueño del carrito volador. Tiene una mielitis, que es una afección causada por la inflamación de la médula espinal, pero se las arregla para ir a la cancha con su familia.
Fue en el duelo ante los cementeros cuando de pronto su medio que lo ayuda a movilizarse voló por los aires, hasta terminar en la cancha donde se jugaba el partido de su amado club.
“Es muy surrealista. Ahora puedo decir que mi carrito entró al grupo de los videos de las empanadas y otras cosas que han tirado a nuestras canchas. El carrito lo recuperé, pero quedó con las ruedas traseras chuecas. Voy a parecer Mario Kart dando vueltas o de Fórmula 1 para que me lo arregle. El tipo me pidió disculpas y se hará cargo, reconocieron la embarrada”, comentó.
En ese sentido revela que el hombre, que Unión Española le pasará el derecho de admisión, llevaba varios minutos enojado por el juego del equipo, lo que lo hizo explotar con el gol de Renato Huerta para La Calera.
“Antes de tirar el carrito el tipo ya estaba exaltado. Le pegaba al vidrio, incluso trató de subirse para pasarse a la cancha, pero no pudo. Ahí se calentó y agarró el carro. Antes estábamos todos muertos de la risa porque estaba como loco. Yo siempre voy al estadio con mi papá y hermano, pero esta vez fui solo con mi papá. Él saltó persiguiendo al tipo. Entonces más que preocuparme del carro estaba preocupado de que no le pegara a mi papá, que tiene 71 años”, detalló.
“Un guardia lo corrió el carrito detrás de las publicidades y quedó ahí hasta que terminó el partido. Después llegó otra guardia y me lo entregó, porque la gente le decía que era mío”, contó.
Pese a todo, asegura que la persona, que fue tomada por carabineros, asumió su culpa y se comprometió a pagar los arreglos: “Hice la denuncia y ahí nos pusimos de acuerdo. El arreglo, en todo caso, no salió tan caro”.
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