Este viernes 10 de junio será un día especial para los futboleros chilenos, tanto por la historia pasada de la selección nacional, como por la que se pueda escribir en un eventual próximo Mundial de Qatar 2022.
La FIFA finalmente dará a conocer su dictamen sobre el Caso Byron Castillo, lo que podría terminar en un castigo a la selección de Ecuador por documentos fraudulentos y darle la clasificación a la Roja para la cita planetaria.
Sería un día histórico para la Roja, tantas veces perjudicada en el pasado y, por qué no, un desenlace con “justicia divina” para la Generación Dorada, tal como ocurrió hace 60 años en el Mundial de Chile 1962.
Aquel 10 de junio el combinado nacional enfrentó a su similar de la Unión Soviética en el Carlos Dittborn de Arica por los cuartos de final de la Copa del Mundo, un partido que no estuvo carente de polémicas.
A los 10 minutos Leonel Sánchez se metió en el área rival, siendo derribado por un soviético, lo que fue advertido por el árbitro holandés Leopold Sylvain Horn. Sin embargo, increíblemente, indicó tiro libre y no penal, a pesar de que la falta había sido adentro.
La influencia de la “Araña Negra”, Lev Yashin, sobre el referee había sido evidente, según los cronistas de esa época, lo que sacó de sus casillas al entonces joven relator chileno Julio Martínez Prádanos.
En la transmisión radial reclamaba por un sinfín de errores arbitrales en contra de la selección chilena en partidos anteriores y anunciaba de forma irónica el tiro libre decretado por el juez.
“Leonel va entrando a la zona de castigo… ¡Derribaron a Sánchez! Lo derribaron adentro un metro y el juez cobró afuera la falta. Los penales sólo se cobran contra Chile en este campeonato”, exclamaba en Radio Agricultura.
Pero segundos después, el mismo Leonel Sánchez cobró la falta desde el costado izquierdo del arco sovietico y con un espectacular remate dejó sin reaccionar al arquero Yashin, el mejor del mundo en ese momento.
Fue ahí cuando Julio Martínez inmortalizó aquella frase, que hasta el día de hoy se recuerda: “Un tiro libre impresionante de Leonel Sánchez y la pelota en la red. Justicia divina… ¡¡¡Justicia divina, amables oyentes!!! ¡Era penal, esa falta fue a un metro dentro del área!”.
Chile clasificaría a las semifinales ganando por 2-1 a la Unión Soviética. Después caería ante Brasil por 4-2 y finalmente conquistaría el histórico tercer lugar derrotando a Yugoslavia por la cuenta mínima.
¡Justicia divina! Esa es la que necesita Chile sesenta años después para clasificar a su décimo mundial y despedir a la Generación Dorada por la puerta grande. Esa que logró los únicos dos trofeos en la historia de la Roja.