Pablo Rosales tiene una historia muy especial con el pádel. Mientras trabajaba como publicista, miraba a su hermano que hacía clases de pádel en Estados Unidos. Un hecho que lo llevó a dar un vuelco.
“Mi vida cambió desde que me empecé a dedicar a esto cuando yo tenía totalmente una profesión distinta. Es una historia bonita de contar, inspiradora y refleja que los sueños de dedicarse a lo que uno ama es posible”, manifiesta de entrada.
Pablo señala que “soy publicista de profesión” y que estuvo “más de 10 años en el rubro”. Tras esa década, “quise salir de la industria y se me ocurrió poner una pizzería que no prosperó”. Ahí se le encendió la ampolleta.
“Siempre me gustó el futbol y el pádel, mi hermano vive en Miami haciendo clases de pádel y tenis y un día reflexioné si lo que a mi me gusta es estar en la cancha, quiero vivir como vive mi hermano. Estar de short todo el día”, manifestó.
Una nueva vida en el pádel
Como profesor de pádel comenzó una nueva vida, que lo reconforta demasiado pues entiende que el deporte es muy beneficioso para todas las personas.
“Tengo alumnos de todas las edades y eso es muy bonito, porque hay gente incluso nunca había jugado ningún tipo de deporte teniendo sobre 60 años y que se inspiran. Que les guste jugar y compartir con otras personas sobre este deporte creo que es lindo de contar”, manifestó.
Su experiencia en el pádel obviamente ha ido en aumento. “Tomé cursos, utilicé mis conocimientos de marketing en redes sociales y soy feliz, pero por una retribución que jamás esperé, ver que he podido meter gente al deporte ha sido algo que me ha llenado mucho mas que lo económico”.
Incluso se dio el gusto de jugar “un partidito piola” contra dos cracks de la Generación Dorada, como son Matías Fernández y Jean Beausejour.
Hoy tiene más de 10 mil seguidores en Instagram y está feliz con esta vida que lleva. “Creo que es inspiración para personas que viven haciendo cosas que no aman. Si se enfocan un periodo de tiempo y organizan sus ideas y objetivos, se pueden lograr las cosas para cambiar radicalmente sus vidas”, concluye Rosales.