Entrar a la NBA no es fácil, qué duda cabe de eso. Si bien, uno suele pensar en las grandes estrellas, que entraron por la vía directa a la principal liga de baloncesto del mundo, lo cierto es que eso no deja de ser una excepción.

Y es que está repleto de casos de "jugadores de reparto" que deben ganarse su espacio haciendo sacrificios increíbles.

Es en ese grupo que entra Matt Ryan. El alero, de 2,01 metros, ha pasado por un montón de situaciones para poder tener su primer contrato garantizado en la NBA. Algo que logró esta semana, cuando se le confirmó que mantendrá su espacio como jugador de Los Angeles Lakers, donde juega LeBron James y Anthony Davis.

Un camino que ha sido extremadamente complicado para el jugador que salió de la universidad de Chattanooga y que actualmente tiene 25 años. Tras no ser drafteado en 2020, su primer contrato lo firmó con Cleveland Cavaliers, que le ofreció un espacio para jugar la Summer League, donde se prueban a los nuevos prospectos de la NBA.

La asociación no prosperó y pocos meses después firmó con Denver Nuggets, para probar si se merecía un espacio en el equipo durante la pretemporada, pero también fue desechado. En esa temporada debió conformarse con jugar por la filial de los Nuggets en la G-League, los Gran Rapids Gold.

Sin embargo, su primera gran oportunidad llegaría en febrero de este año. Al jugador se le ofreció un contrato con Boston Celtics de doble vía (podía jugar en la NBA o en la G-League).

Su gran momento llegó en las finales de la temporada pasada, donde alcanzó a jugar unos minutos con los Celtics, que finalmente perdieron la serie contra los Warriors.

Trabajar en un cementerio

Finalmente, esta temporada se ganó su primer contrato garantizado para jugar en un equipo NBA. Será nada menos que los Lakers, donde podrá compartir vestuario con estrellas como LeBron James, Russell Westbrook y Anthony Davis.

Pero durante todo el tiempo en que trató de ganarse un espacio, Ryan tuvo que compartir la práctica del baloncesto con otras actividades laborales, que parecen difíciles de imaginar para un jugador de NBA, como tener que trabajar en un cementerio o también repartir comida a domicilio.

"Limpiaba la zona de las lápidas, arreglaba el paisaje... tenía un horario flexible que me permitía combinarlo con el baloncesto. Lo peor era el frío", revela el nuevo Laker.

"Mi historia es única y mía. El trabajo real empieza ahora. Vamos a hacer que los mejores aficionados del mundo sientan orgullo por el equipo", dijo Ryan tras saber que por fin se ganó su espacio en la cúspide del básquetbol mundial.