Es historia por donde se lo mire. Nicaragua empató 1-1 en su visita a Trinidad y Tobago y ganó el Grupo C y ascendió a la Liga A de Naciones de la Concacaf, destronó a uno de los mundialistas, jugará la Copa Oro y hasta se ilusiona con la Copa América 2024. Todo, de la mano de un ideólogo venido de muy al sur: el entrenador chileno Marco Antonio Figueroa.
Después de cuatro años, el equipo azul y blanco se mete entre los mejores de su región gracias a una sólida actuación en el estadio Dwight Yorke de Puerto España. Un partido tenso que desequilibró el forastero en una combinación de laboratorio, que terminó en centro de Josué Quijano y gol de cabeza de Ariagner Smith (26′).
El equipo del Fantasma se defendía con orden, hasta un taldo de Óscar Acevedo, el lateral nica que lanzó sendas patadas a Joevin Jones y Ryan Telfer y regaló el penal que el mismo Jones cambió por el empate (42′) y la promesa de un segundo tiempo en el que el conjunto caribeño iría con todo tras el triunfo que les daba la clasificación.
Pero los dirigidos por Figueroa no estaban para resucitar viejas glorias. Potenció la recuperación en el segundo tiempo e incluso tuvo el gol del triunfo con un golpe de escorpión de Byron Bonilla que devolvió el palo izquierdo del arco trinitense. En los extensos descuentos, Marcus Joseph anotó para el local, pero el gol fue anulado por mano.
De esta manera, el Fantasma consigue su primera hazaña como entrenador a nivel de selecciones, llevando a Nicaragua de regreso a la Copa Oro 2023 y con la chance de ganar uno de los seis cupos de Concacaf para la Copa América 2024. Suficientes argumentos para soñar, incluso con la primera Copa del Mundo de su historia en 2026.