Marcelo Álvarez fue parte de la gran camada de delanteros que tuvo el fútbol chileno en la década de los noventa. Brilló en varios clubes, pero terminó identificado con Cobreloa, elenco con el que fue campeón en 1992.
Eso sí, sus últimos años han sido complejos, según relata a Redgol en una charla humana. “Estoy en un proceso que ha sido largo de recuperación producto de una artrosis, que me dio por el tiempo que jugué”, relata.
“Ya tengo tres prótesis en mi cuerpo: dos en la cadera y una en la rodilla. Ya estoy mejor eso sí, caminando, porque la pasé muy mal durante mucho tiempo. Pero ya estoy más recuperado”, señala a sus 58 años.
–¿Cuánto tiempo lleva así?
Llevo cinco años con esto. Incluso desaparecido de las canchas porque no es grato vivir de esta manera. Pero gracias a Dios estoy de pie nuevamente, caminando, con ganas de seguir apostando a entrenar en inferiores, por ejemplo.

Marcelo Álvarez se recupera tras años de dolor
-¿A qué se ha dedicado tras el fútbol?
Llevo 20 años en la minería, en una empresa de transporte. Soy jefe de un área y estoy en eso, en algo diferente a lo que era el fútbol. Estoy viviendo en la V Región, pues acá está la empresa.
–¿Trabaja con pesos pesados del rubro?
Claro. Me dedico a mantención de lo que es Chuquicamata, Sierra Gorda, Spencer, etc. También a las de esta zona, a todas las mineras en verdad. Hacemos el trabajo a esas compañías.
-¿Siente que tiene un buen pasar?
Gracias a Dios estoy bien, tengo una parcela en la zona de la Quinta Región, ahí quiero poner unos paltos. Estoy con mi hija que es profesora de gimnasia, mi hijo también se dedica a minería, he estado bien en ese aspecto. Pero no en lo otro, de haber estado cinco años operándome, aunque ya estoy mejor.
El recuerdo de Álvarez de su carrera como futbolista
–¿Le gusta su apodo Papelucho? Después llegó Mauricio Donoso a copiarlo
Yo siempre he dicho que soy el primer Papelucho, pero mi amigo Mauro Donoso me dice que es él ja, ja.
–También competía por ser el más rápido en los 90 con Franz Arancibia, ¿lo recuerda?
Franz quiso competir que era más rápido compitiendo contra un caballo, pero le fue mal, ja, ja. Lo respeto mucho, jugamos en Temuco, aunque yo ya llegué con problemas en mis piernas y jugué poco ese año. La misma cancha, el barro, la humedad me jugó en contra. Era todo más liviano en Calama, se me hacía más fácil.
-¿Fue Cobreloa su mejor época en el fútbol?

Papelucho Álvarez en Cobreloa
Me gustó mucho lo que hice en Fernández Vial. Lo llevo en el corazón a ese equipo, fue importante haber estado con el Pelao Acosta. Fue un gran jefe, hicimos un gran equipo y llegué a la selección chilena. Le tengo un gran cariño al Vial, me desarrollé y pasé a Cobreloa.
-Se quedó hartos años en Calama.
Pude ir a México estando en Cobreloa, pero no necesitaban vender jugadores, porque Codelco apoyaba bastante económicamente. No era negocio sacar jugadores, no necesitaban plata.

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–¿Ahora cómo ve a Cobreloa?
César Bravo fue mi compañero, le deseo lo mejor del mundo, pero veo el equipo y digo pucha que hay que tener fuerza para estar ahí. No es lo del 92, donde todos los jugadores aportaban en todos los partidos. Acá los equipos se desarman si te sacan dos jugadores. Lo mismo le pasa a la “U”, si no está Charles Aránguiz baja mucho. Antes sacabas un jugador y no había ese cambio.
–¿Ve harto fútbol chileno?
Yo sí veo fútbol, pero miro los equipos y me siento incómodo. No aprecio jugadores como en la década de los 90. No sé si es todo más físico, si pesa eso o lo económico. No hay amor por el fútbol, como era cuando estaban Covarrubias, el Pato Yáñez o Pindinga Muñoz. No veo a uno que resalte, cuesta mucho encontrar niveles superlativos o que hagan tres goles.
–¿Cuál fue su ídolo?
Mi ídolo fue Iván Zamorano, como persona y jugador. Me gustaba a mí hacer jugar a los 9, hacerlos cabecear y tirarle centros, debe ser por eso. Lo raro es que soy mayor que él sólo por dos días.