El fútbol chileno ha sido golpeado por la muerte de Diego Armando Maradona, un astro de devoción religiosa para los amantes del fútbol e inspirador de millones que nacieron corriendo detrás de una pelota. Pero su legado no se borra.
No hay duda de que uno de los principales sellos de El Pelusa está en su dorsal, el número 10 que acompañó toda su carrera. Una camiseta sagrada, que en cada equipo de fútbol se atribuye a los pertenecientes a una raza especial de jugadores.
Sin embargo, la evolución del fútbol le ha quitado la camiseta 10 a los que tradicionalmente la ocupaban. Como prueba está el Campeonato Nacional, donde sólo ocho de los 18 que llevan este dorsal actúan en la posición de volante central ofensivo.
Leonardo Valencia (Colo Colo), Luis Jiménez (Palestino), Brayan Palmezano (Huachipato), Ramón Fernández (O’Higgins), Carlos Espinoza (Curicó Unido), Marcelo Cañete (Cobresal), Walter Montillo (Universidad de Chile) y Martín Tonso (La Serena) son los únicos que pueden atribuirse la posición.
Es que ahora es normal ver al número 10 en otros lugares de la cancha. Por ejemplo, como mediocampistas más retrasados o interiores aparecen Misael Dávila (Unión Española)y Ariel Martínez (Audax Italiano).
Delanteros hay para repartir. Guido Mainero (Iquique), Juan Cuevas (Everton) y Thomas Rodríguez (Unión La Calera) son punteros derecho. Curioso el caso de este último, que ocupa el número de su padre, Leonardo Rodríguez, pero en otra posición.
Los centrodelanteros también aparecen seducidos con el 10: Cecilio Waterman (Universidad de Concepción) y Enzo Gutiérrez (Santiago Wanderers) dan prueba. El resto son punteros izquierdos, como Edson Puch (Universidad Católica), Joe Abrigo (Coquimbo Unido) y Jason Flores (Antofagasta).
Así las cosas, quedarán los recuerdos del Diego para que no se olvide nunca de quienes eran los benditos de la camiseta 10. Aunque Maradona la llevaba grabada en la piel.