Como el archivo no muerde, sólo hay que remontarse a mayo de 2011 para una escena que prometía ser histórica. Edson Arantes do Nascimento, Pelé, considerado el mejor atleta de la historia del fútbol mundial, dio el puntapié inicial del clásico universitario en el Estadio Nacional y expresó su deseo de "que la familia vuelva al fútbol".

Su presencia no era antojadiza. Por la mañana, O Rei había tomado desayuno con el Presidente Sebastián Piñera, la Primera Dama Cecilia Morel, y el ministro de Interior y Seguridad Pública, Rodrigo Hizpeter, quienes le mostraron el chiche del Gobierno en ese momento, el Plan Estadio Seguro.

Pelé quedó feliz y Hinzpeter fue por más: "Lo que quiere Estadio Seguro es brindar dignidad y calidad al espectáculo deportivo. Sin seguridad nunca vamos a poder tener un espectáculo digno, pero también tenemos que hacernos cargo de otros aspectos para que cuando un hincha vaya al estadio tenga la certeza de que los clubes, la ANFP, Carabineros y el Gobierno estarán proporcionando a ese hincha que paga una entrada, un espectáculo de calidad".

El Superclásico que disputen este domingo Colo Colo y Universidad de Chile en el estadio Monumental tiene cara de ser el último bajo el régimen de Estadio Seguro, ya que el Presidente electo Gabriel Boric fue bien claro en la necesidad de reformar toda la acción del Estado en materia de seguridad en recintos deportivos.

¿Quién manda en Estadio Seguro?
 

El balance de los últimos meses demuestra lo poco que queda de la ambición inicial de Piñera y Hizpeter. Un breve repaso recuerda que hinchas de Colo Colo y Universidad de Chile invadieron con violencia los estadios de Rancagua y Antofagasta en diciembre, incluso con amenazas cara a cara a los jugadores.

Este año se sumaron batallas entre hinchas de Universidad Católica y Colo Colo en Concepción, para la final de la Supercopa en enero, y otra entre las barras de Coquimbo Unido y La Serena para el clásico regional; además del lanzamiento de proyectiles en San Carlos de Apoquindo y el estadio Monumental. Violencia desatada, diría cualquiera.

Boric manifestó su preocupación por lo de Concepción, y sus palabras lo comprometen. "Qué tontera más grande lo que está pasando en el estadio (agresiones en tribuna). Se dicen hinchas (da lo mismo del equipo que sean) y con su conducta privan a todos del espectáculo del fútbol. No les importa que haya niños ni familias. No podemos naturalizar esto. No está bien".

¿Pero quién está a cargo de Estadio Seguro? Cristóbal Lladser, el último jefe del departamento, se fue sin decir adiós. Actualmente hay dos asesores que se encargan de llevar adelante las coordinaciones que creen necesarias: el ex General de Carabineros Christian Fuenzalida y el experto Gustavo Garrido.

Ambos se definen como funcionarios de un carácter más técnico que político, lo que justifica que ya no se vean autoridades inspeccionando recintos ni reuniones de coordinación abiertas a la prensa y la ciudadanía. "No queremos avisarles a los patos malos de qué manera vamos a actuar", aseguran en la repartición.

La sensación es otra, en vista de los últimos incidentes. El gobernador del Biobío, Rodrigo Díaz Worner, aseguró que "Estadio Inseguro brilla por su ausencia", tras los incidentes de la Supercopa. Coincide el diputado y senador electo Matías Walker.

"En un primer momento hubo una muy buena expectativa con la propuesta del ministro Hinzpeter, pero la cosa lamentablemente se fue para otro lado, los costos eran altos y no hubo voluntad ni del Gobierno ni del fútbol de hacer un programa auspicioso. En los últimos años, Estadio Seguro cayó en la más absoluta intrascendencia", reconoce a RedGol.

Para muestra, un botón. ¿Cuánto de los casi 1.300 millones de dólares que recibieron los clubes chilenos por la venta del CDF se ocuparon en mejoras de infraestructura o en reforzar la seguridad con herramientas tecnológicas, como sensores biométricos? Poco y nada.

La desidia terminó por contagiarlos a todos. Bajo cuerdas, en Colo Colo se quejan del escaso apoyo de Carabineros en materia de control del orden público, por ejemplo, en el último partido en el estadio Monumental ante Audax Italiano. La fuerza pública también es responsabilizada por su actuar tardío en la batalla de barras en el centro de La Serena.

"La ministra Izkia Siches tendrá la obligación de resguardar el orden público. No es cierto que Carabineros no pueda entrar al estadio, como dicen algunos", explica el futuro senador Walker. ¿Quién dijo eso? Nada menos que el General Alejandro Olivares, quien asumió el pomposo -y descontinuado- cargo de "general de estadios" en los inicios de Estadio Seguro.

Hoy más allá de dos cambios profundos en la legislación, da la impresión de que las medidas de restricción sólo afectan al público general, mientras los barrabravas siguen con manga ancha. ¿Qué pasó con aquellos que ingresaron a la cancha de Rancagua a agredir a Pablo Aránguiz y Thomas Rodríguez a rostro descubierto? Nada.

 

 

Aunque se aumentó el uso del derecho de admisión por parte de los clubes, los violentos superan el control con identificaciones falsas o el simple hecho de empujar hasta ingresar a los estadios. Pero a nadie parece importarle demasiado: bastó una movida en la fecha de las audiencias del Tribunal de Disciplina para que el Superclásico quedara libre de cualquier sanción por los últimos incidentes del Monumental.

Si lo vemos desde el punto de vista de Boric, hay dos certezas. Que va a comenzar prácticamente desde cero, al margen de los avances en la legislación, y que el principal esfuerzo va a estar orientado a recuperar las confianzas y ponerlos a todos -Gobierno, Carabineros y clubes- en pos del deseo de que "la familia vuelva al estadio".

¿Llegará ese día? Ojalá que sí.