Thomas Tuchel fue despedido de PSG a fines del 2020, luego de haberse quedado con las ganas de haber conquistado la Champions League el año pasado frente al Bayern Munich. Sin embargo, cumplió el sueño de todo cesante pues rápidamente encontró trabajo: el Chelsea decidió a fines de enero que reemplazara al ídolo Frank Lampard, de bajo desempeño en sus primeros seis meses.

Apuesta que terminó pagándole al ruso Roman Abrahamovic, pues Thuchel se cobró revancha al obtener la Champions con el elenco londinense. Un torneo que empezó a pavimentar desde su llegada, pues hizo una revolución táctica en solamente cuatro meses.

El 4-3-3 que usaba Lampard lo enterró de inmediato. En el segundo encuentro que dirigió, ya mostró su mano al cambiar a una defensa con tres defensores, mostrando el esquema que iba a implementar durante todo el resto del semestre: un 3-4-2-1.

Su idea era clara. Un equipo compacto en lo defensivo, con rápida recuperación de pelota y que pudiese aprovechar la capacidad goleadora de los alemanes Werner y Havertz en ofensiva, con Mount y Pulisic como sus grandes escuderos. Punto aparte el de Havertz, que terminó siendo figura al anotar el gol del título en la final, demostrando que los 97 millones de euros que pagó el Chelsea por su pase valieron la pena.

EL DT alemán logró tocar las estrellas. Demostró ser capaz de dominar a Pep Guardiola, porque le ganó tres veces en poco más de un mes. Primero la semifinal de la FA Cup, luego en la Premier League y ahora en la Champions. Un trabajo impecable del DT alemán.

A pesar de lo difícil que es convertirle goles al Chelsea, Tuchel está convencido que los jugadores ofensivos son claves en el fútbol y apuesta por ellos. “El futuro es jugar con seis atacantes. Si los volantes saben cuándo mantener la posición frente al área rival y cuándo abandonarla para sumarse al ataque, entonces atacar con seis es posible. Yo aspiro a eso, porque la gente paga para entretenerse, para ver ocasiones, desbordes, desequilibrios”, comentó el 2016 cuando entrenaba al Dortmund.