Jannik Sinner (1°) acaba de escribir su nombre con letras doradas en el césped de Wimbledon, pero su historia con el deporte comenzó lejos del tenis y mucho más cerca de la nieve.
Criado en San Cándido, una pequeña localidad del norte de Italia, el ahora campeón de cuatro Grand Slam fue en su infancia uno de los mejores esquiadores juveniles del país.
Entre los 8 y 12 años, su nombre ya se hacía notar en las pistas alpinas. Técnicamente talentoso, con nervios de acero y una disciplina que impresionaba incluso a los entrenadores adultos, Sinner parecía encaminado al esquí profesional. Pero el destino tenía otros planes.

Un pequeño Jannik Sinner que se dedicaba al esquí.

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La decisión que cambió la vida de Sinner
A los 13 años, y tras un consejo de su padre, Jannik tomó una decisión radical: dejar los esquíes para dedicarse por completo al tenis.
Se fue a vivir solo a Bordighera, una ciudad costera, para entrenar bajo la tutela del reconocido técnico Riccardo Piatti.
Según el propio Piatti, “no era el más fuerte, pero sí el que más escuchaba y trabajaba”. Ahí empezó a formarse el campeón que hoy todos conocen.

Jannik Sinner en el Masters de Roma 2019 a los 18 años (Foto: Getty Images).
De la nieve al número 1
Aunque dejó atrás las competencias sobre nieve, Sinner nunca se alejó del esquí del todo: todavía lo practica como hobbie y siempre recuerda con cariño esa etapa.
Su enfoque quirúrgico dentro de la cancha tienen raíces profundas en esas jornadas heladas donde también aprendió a competir. Wimbledon hoy celebra al campeón, pero Italia ya lo había aplaudido en las montañas mucho antes.