El estadio Monumental parecía preparado para Alexis Sánchez. Entre los más de 40 mil asistentes al amistoso que disputó la selección chilena ante Paraguay, un alto porcentaje decía presente para ver al goleador histórico de la Roja, que hace un año no jugaba en canchas nacionales y vive un momento estelar en el Marsella.

Por eso, cientos de niños y niñas decidieron abandonar a sus padres y acercarse a los acrílicos que separan la tribuna del terreno de juego, para ver al tocopillano más cerca que nunca. Chiquillos que no vieron a Chile bicampeón de América y hoy ponen al Niño Maravilla a la altura de los ídolos de este tiempo: Messi, Mbappé y Haaland.

Alexis fue generoso y risueño. Regaló guiños y aplausos a quienes atraían su atención con un cartel antes del partido: "Dame tu camiseta, Alexis Sánchez" o GOAT (el mejor de todos los tiempos en inglés) eran algunos de los mensajes. Luego se refugió en la banca para dejarles el protagonismo a otros. Pero cuando Chile quedó en desventaja, saltó de su asiento para la calistenia y volvió la avalancha desde los sectores Cordillera y Caupolicán.

Todos los pequeños pegados al vidrio, gritaban ¡Alexis, Alexis! El susodicho miraba y coqueteaba, tres aplausos para encender los ánimos mientras el equipo perdía y cuando llegó el entretiempo, todo el estadio pedía su ingreso. Era el prolegómeno de una noche mágica bajo la batuta del crack.

Su ingreso por Diego Rubio viró todo. Sánchez aportó en la recuperación y en la construcción del ataque, pero sobre todo en la impronta de un equipo que parecía mustio. El tocopillano desordenó todos los planes paraguayos y pisó el área una y otra vez, para asistir y para convertir. Estaba iluminado.

El milagro se hizo esperar: Alexander Aravena en modo Alexis llegó hasta la última línea y forzó un centro con la derecha, Diego Valdés peleó el balón aéreo y cedió para el tocopillano, que dominó y batió a Antony Silva con un remate bajo. Fue el pandemónium en Macul: Chile no ganaba, pero la gente tenía lo que tanto había esperado.

Por eso apareció un canto nuevo en la galería. El público alzó las manos y alabó al tocopillano gritando "¡Alexis, Alexis!", una veneración con olor a Lionel Messi en el Nou Camp, al videojuego FIFA, a la NBA y a la Kings League. Los nuevos tiempos efectivamente parecen haber llegado a la Roja de Todos.

Imagínese lo que fue el gol del triunfo, tras una avivada de Sánchez que sorprendió y dejó como espantapájaros a Silva. El clamor fue total por el ídolo nacional, que reservó para el epílogo un ramillete de trucos con el balón y una barrida al estilo Gary Medel que pusieron de pie a todo el estadio.

Los niños y niñas se fueron con los ojos abiertos como si hubieran comido mil chocolates, atropellando cada palabra con sus padre. Hoy les contarán a sus compañeros que vieron a pocos metros a un semidiós del Siglo XXI, a una figura sacada de un mazo de cartas, un talento de streaming y redes sociales, una estrella que aparece en los sueños de niñez.

¡¡Alexis, Alexis!!