Ya van alrededor de seis meses desde que Dani Alves entró a la cárcel. Esto motivado por una denuncia en su contra, en que se le acusa de agresión sexual y violación a una joven de 23 años, la noche del 30 de diciembre, en una discoteca en Barcelona.

El ex futbolista sigue preso y ha cambiado su versión de los hechos en reiteradas ocasiones. En una entrevista aseguró que su motivación para obstruir la justicia y mentir en su declaración era “salvar su matrimonio” con Joana Sanz, española que ya le pidió el divorcio.

Esta semana, el programa Código 10 reveló que se filtró un audio de la justicia mientras Alves relata los hechos. Es la última declaración que el exfutbolista habría hecho ante la jueza que lleva su caso; el brasileño niega que hubo coacción para intimar sexualmente con la joven.

Además, asegura que la joven salió enojada del baño “enfadada por su actitud”, pero que nunca la abofeteó. Según él, la denunciante le habría dicho en dos ocasiones que le estaba gustando la situación y que él siempre trató a la mujer con mucho respeto.

Alves seguirá preso hasta que se realice el juicio en su contra, puesto que se le acusa de tener riesgo de fuga. Esa es la misma razón por la que no hay fianza impuesta sobre su persona, para no darle motivos de huir del país.

La declaración de Dani Alves

“Entramos en el baño, nos pusimos frente a frente uno del otro. Sí. Ella me besó y empezó a quintarme los pantalones. No ha sucedido nada que nosotros no quisimos. Siempre la traté con mucho respeto. No puedo ratificar mi primera declaración. Ese día yo tenía una obsesión que era proteger mi matrimonio, proteger a la mujer que amo”

“Fuimos cuestionados a la mesa seis, de las que están abierta a toda la sala. Hablé con Bruno (su amigo) y volvimos hacer un gesto al camarero y el camarero enseguida invitó a tres chicas. Nos estábamos divirtiendo y enseguida una atracción sexual”.

“Cuando entramos en el baño, nos pusimos frente a frente uno del otro. Sí. Ella me beso y empezó a quitarme los pantalones. Le ayudé a quitarme los pantalones. Ella me sentó en el retrete y empezó a hacerme una felación (sic). Le pregunté dos veces si le estaba gustando y me dijo que sí. Y fue cuando ella se incorporó de espaldas a mí, juntando nuestro sexo en penetración (sic)”.

“Al finalizar la levanté, que estaba encima de mí, la levanté y me corrí fuera de su sexo. Ni en el reservado ni en el baño, nunca me dijo que parara ninguna acción. Me salí al reservado. Y después salió ella. Supongo que enfadada por mi actitud. Yo fui siempre un cómplice de las ganas que tenía o de las ganas que yo, que yo tenía”.