Día a día se conocen más antecedentes sobre el caso de Dani Alves. El brasileño tiene una situación judicial que cada vez se complica más, a raíz de una denuncia por agresión sexual en su contra. De hecho, hace poco se hallaron restos de ADN en el cuerpo de la denunciante, la ropa y el suelo del baño de la discoteque Sutton de Barcelona, en donde ocurrieron los hechos la madrugada del 31 de diciembre. 

A la espera del procedimiento legal, los abogados del ex jugador del Barcelona saben que no puede ocurrir nada que manche más la credibilidad del deportista. Por esta razón, Alves y su esposa Joana Sanz hicieron un pacto con el fin de no perjudicar al oriundo de Bahía en este proceso, según La Razón. 

El medio español reveló que la pareja llegó a un acuerdo para no separarse hasta que la justicia dicte una sentencia. Esto debido a que el divorcio podría entenderse como una señal de desconfianza de la modelo por la presunta culpabilidad del zaguero. 

De hecho, en España afirman que las declaraciones de Sanz a la salida del centro penitenciario Brians 2 eran parte de la estrategia para no desacreditar a Alves. "No lo dejaré solo en el peor momento de su vida", afirmaba la española luego de la visita el domingo pasado. 

Joana Sanz a la salida de la cárcel, luego de su visita a Dani Alves. | Europapress.

Joana Sanz a la salida de la cárcel, luego de su visita a Dani Alves. | Europapress.

A pesar del pacto entre Alves y Sanz, se estima que solo sea eso: un acuerdo. Fuentes cercanas a la pareja han revelado que la relación está rota y ella tiene todas las intenciones de divorciarse. Y según el medio antes citado, la confianza que ella intenta demostrar es sólo para no entorpecer la situación legal del futbolista. 

 

De hecho, Joana viajó hasta Francia para dejar atrás los malos momentos y despejarse, pero también se comenta que quiere mudarse a la ciudad del amor para comenzar una nueva vida lejos de los problemas que tiene en España.

A Dani Alves le llueve sobre mojado y su salida de la cárcel se ve muy difícil con la acumulación de pruebas en su contra. De hecho, de comprobarse la violación, el brasileño arriesga hasta doce años de condena.