Si hablamos de un chileno que hizo historia en Europa, inmediatamente se nos viene el nombre de Iván Zamorano a la cabeza. El delantero tuvo un glorioso paso por clubes como el Inter de Milán y el Real Madrid. Y es justo con este último que hoy celebra un día muy especial.

Un 1 de julio de 1992, hace 28 años atrás, Bam-bam era presentado de manera oficial como nuevo jugador merengue. El atacante chileno terminaba su aventura por el Sevilla de gran manera y recibía el llamado del entonces presidente, Ramón Mendoza, para llegar a la casa blanca.

Con hinchas en las galerías del estadio Santiago Bernabéu, Zamorano hacía su primera aparición vistiendo la camiseta del Real Madrid. Ahí, se pondría bajo las órdenes de Benito Floro en su primera temporada, donde se luciría con un total de 37 goles en todos los partidos oficiales.

Desde su arribo al club, Bam-bam dejó en claro que venía a aportar con goles. Y si bien tuvo una gran campaña en su debut, no pudo mantener el nivel en la siguiente. Esto hizo que fuera relegado a la banca y daría vida a una de las historias más épicas de nuestro balompié: pasar de ser considerado el quinto delantero para el equipo de Jorge Valdano a transformarse en el Pichichi de La Liga.

La temporada 1993/94 no fue la mejor para Iván, pero con la garra que lo caracterizó durante toda su carrera, supo hacerse camino para dar vuelta la situación en el 1994/95. Ahí, Zamorano tuvo un régistro de goles, con un total de 28, que lo levantó como el máximo artillero del club en el torneo español y le entregó al Real el título.

Iván Zamorano se consolidó como uno de los mejores delanteros que haya pasado por el Real Madrid. Foto: Real Madrid

Iván Zamorano se consolidó como uno de los mejores delanteros que haya pasado por el Real Madrid. Foto: Real Madrid

Fueron un total de cuatro temporadas junto al cuadro merengue en que Bam-bam no se cansó de hacer goles. De cabeza, con la zurda, con la derecha. Como fuera, el delantero se hizo un nombre en el fútbol mundial y se consolidó como uno de los jugadores más temibles frente a la portería.