Ocho años después de que Alemania se quedara con el título de la Copa del Mundo de 2014, el capitan del equipo que se impuso en Brasil, Philipp Lahm, fue drástico en su reflexión sobre la realización del próximo Mundial en Qatar 2022, uno de los países que trata con más dureza a los trabajadores inmigrantes, las mujeres y las minorías sexuales.

"Los derechos humanos deberían desempeñar un papel importante en la adjudicación de torneos. Si un país que va mal en esa área obtiene el premio, entonces hay que pensar en qué criterios se basó la decisión", explicó el hombre que levantó el trofeo dorado en el Maracaná y que además es embaador de la Eurocopa 2024 en el país germano.

Lahm no irá al Mundial. "Prefiero verlo en casa", aseguró. Pero hay algo más que dejó claro en entrevista con la revista Kicker, y es que "como jugador ya no es posible darse vuelta" ante la extrema realidad del emirato, que ha sido latamente denunciada por prestigiosos medios de comunicación y organismos internacionales.

De ahí que la tensión ha ido in crecendo. Si en un principio el díscolo Eric Cantona aparecía como el más célebre detractor ("han muerto miles de personas construyendo los estadios", sentenció), a cien días del estreno de la Copa del Mundo se puede imaginar que las protestas desde el fútbol se irán incrementando. Y hay buenas razones.

El balance de la vergüenza en Qatar 2022
 

Qatar ha mantenido bajo siete llaves las cifras oficiales sobre la desgracia que ha acompañado la organización del próximo Mundial. Básicamente, qué ha pasado con miles de obreros que llegaron a trabajar a las distintas obras que requiere la organización, desde estadios hasta carreteras, y han sido víctimas de las duras condiciones laborales.

"En Qatar han fallecido tres trabajadores del Mundial. Tres. Son datos públicos que nunca hemos escondido. Los datos que ofrecen varios medios se utilizan para crear negatividad y responden a intereses personales. Son absolutamente falsos. No reconocemos estos datos y no están contextualizados. Es un periodismo irresponsable. Parece que todo el que muere en Qatar lo hace por el Mundial", dijo el CEO de la Copa del Mundo, Nasser Al-Khater.

A Gianni Infantino, presidente de la FIFA, le preguntaron si habría compensaciones para las familias de los trabajadores muertos. "No olvidemos una cosa cuando hablamos de este tema, que es el trabajo, incluso el trabajo duro. Estados Unidos es un país de inmigración. Mis padres también emigraron de Italia a Suiza. Cuando le das trabajo a alguien, incluso en condiciones difíciles, le das dignidad y orgullo. No es caridad", fue su reflexión.

La frialdad de las autoridades recordó a Joseph Blatter, ex presidente de la FIFA, después de la muerte de un trabajador en las obras para el Mundial de Brasil. "La FIFA no es responsable por la muerte de obreros que trabajan en obras de infraestructura para los mundiales, si no que las empresas que los contratan", puntualizó.

¿15 mil muertos en Qatar?
 

Antes del último choque entre Alemania e Italia en Mönchengladbach, por la Nations League, un grupo de fanáticos desplegó un lienzo que decía: "15.000 muertos para grandes estadios. FIFA y compañía no tienen conciencia. ¡Boicot a Qatar!". Fueron detenidos y luego liberados sin cargos por la federación alemana. El mensaje había llegado a destino.

Ya en 2013 se estimaba que habría unas cuatro mil muertes de trabajadores inmigrantes en Qatar, casi todos de países pobres como India, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka, Pakistán, Filipinas y Kenia, y sometidos a una semiesclavitud: se les quita el pasaporte, trabajan hasta 18 horas diarias sin días libres y a pleno sol (hasta 50°C) y no pueden cambiar de empleo.

El diario The Guardian constató cifras con algunos de estos países y arrojó un número de 6.500 fallecidos hasta mediados de 2020. En esa ocasión, un experto en derechos laborales en Medio Oriente, explicaba que gran parte de los fallecidos había viajado a Qatar sólo por el estatus de trabajar en el anfitrión de una Copa del Mundo.

Pero nada dicen las autoridades cataríes. La gran mayoría de las muertes se debió a "razones naturales", y se determinó -sin autopsia- como un problema pulmonar o cardiaco. Además, las cifras no incluyen gran parte de la epidemia del covid-19, que pudo viralizarse dadas las precarias condiciones de alojamiento de los inmigrantes, en barrancones sin ventilación.

Todos antecedentes que pintan un escenario delicado en la antesala del Mundial. A 100 días del pitazo inicial y durante el mismo, se alzarán más voces críticas, pese al intento de acallarlas. Quizás quede esperar que el paso de la fiesta del balón permita cambiar las crueles condiciones laborales. Para que al menos, el sacrificio no sea en vano.