El goleador histórico de Colo Colo, Carlos Humberto Caszely, es el protagonista de la nueva edición del libro A Discreción. Viaje al corazón del futbol chileno bajo la dictadura militar, donde el Rey del metro cuadrado sorprendió con una inédita confesión de lo que habría sido su vida en durante el Golpe Militar si no habría sido jugador profesional. 

“Si hubiese sido anónimo y no hubiese jugado, no estaría vivo, a lo mejor. No hubiese tenido la trascendencia que tuve, porque hasta el día de hoy tengo el respeto de verdad de la gente de izquierda, de la gente de derecha y de la del centro”, reveló Caszely en el capítulo dedicado al Gerente.

Para avalar dicho pensamiento, el goleador recordó una particular situación que le tocó vivir en plena dictadura. 

“Habían autorizado a salir de 12:00 horas a 14:00 horas y me quedé conversando y me dieron la dos y media y en eso, aparece un jeep con militares y se da el siguiente diálogo:  —Carlitos, siéntese aquí —me dice el que viene al lado. —No. Vine a comprar donde mis tíos. —¿Dónde va? —Voy a la casa de mi polola, a seis cuadras de aquí. —Súbase. Me subí y nos fuimos conversando de Colo Colo. Cuando llegamos a la casa de mis suegros, miran por el visillo y estaban muertos de miedo, porque me llevaban en el jeep. Me bajo y me preguntan qué me pasó. Entonces, les respondo que venía caminando y los cabros me subieron arriba y me trajeron para que no tuviera problemas”, rememora Caszely.

Al realizar  un análisis de lo que fue la época del Golpe Militar en el país e indicó que “fue muy triste, como muchas personas de este país, nomás. La incertidumbre, el dolor, la rabia, la angustia que vivimos todos los chilenos... Yo diría que debe ser un 5% al que no le pasó nada, pero cualquiera tenía un amigo, un hermano, un primo, un abuelo, un hijo que estuvo desaparecido o torturado”. 

Por último, cuenta como se dio su regreso a Colo Colo estando muy bien y cómodo en España.

“Nosotros estábamos en Barcelona y un día llaman a la casa. La Mari contestó el teléfono y me dice ‘te llama un señor Gustavo Palacios, dice que es chileno, que es dirigente de Colo Colo y que quiere hablar contigo. Le dije que nos juntáramos en el Hotel Sarriá, que estaba a unas cuatro cuadras. Nos fuimos caminando con la Mari y las dos niñas que teníamos en ese momento. Se presenta, me cuenta que es el vicepresidente y el presidente es Luis Alberto Simián. Me dice: ‘Colo Colo no gana nada desde el año ‘73, está muy mal, muy complicado, y esperemos que vayas’. Y le respondo: ‘¿Dónde hay que firmar?’. Mi señora casi me mató. Después tuve muy buena relación con Palacios y Simián”.