Rodolfo González se ha ido consolidando como uno de los defensores más regulares del fútbol chileno. El capitán de Cobresal muestra oficio a toda prueba y es clave en las últimas campañas del cuadro nortino, siempre por sobre las expectativas.

"Se fueron jugadores importantes del torneo pasado, que venían haciendo las cosas muy bien, y llegaron otros que necesitaban un proceso de adaptación, de puesta a punto física -que no es fácil en la altura-, y vamos bien encaminados, dice en diálogo con La Redgoleta de Redgol.

Se viene un partido bravo. Nada menos que la visita a El Salvador de Deportes La Serena, encabezado por el cerebro futbolístico de Humberto Suazo, encuentro que dará inicio a la octava fecha del Campeonato Nacional.

"Me tocó marcar a Humberto cuando jugamos acá, perdimos 2-1 y nadie va a discutir la calidad, Ya no estaba tan arriba, se recogía más a buscar balones en mediacancha. Pero está mucho mejor físicamente, así que se hace un jugador muy difícil de marcar", explica el Rolo.

Pero a los 32 años, González también hace balances de una carrera que inició hace más de diez años en Cobreloa y hoy lo tiene consolidado. El defensor recordó sus inicios y las vallas que ha tenido que superar para llegar a Primera.

"Estuve en La Pintana hasta los 17 años. en la población Santa Magdalena 2, ahí a la altura del Paradero 31 de Santa Rosa. Era complejo, difícil, bravo. En el pasaje donde yo vivía era muy complicado, pero tuve a mis viejos, a mi papá que en paz descanse, quienes siempre me tuvieron ahí derechito, para poder llevar el buen camino. Si quieres ser futbolista, tienes que ser disciplinado. En ese sentido recibí mucho apoyo de mi viejo, su disciplina, de mi mamá, para poder ser alguien en la vida", valora el defensor.

"A mí me tocó estar cinco años en (Universidad) Católica, uno de los equipos formadores que mejor prepara a sus jugadores para llegar de buena manera al primer equipo. Eran dos horas de ida y dos horas de vuelta. ¿Sabes cómo venían las micros llenas y uno parado?", puntualiza.

Tuvo muchos compañeros en el camino, pero pocos llegaron a la meta. "Muchos quedaron en el camino. Había mucho talento en la población, en la comuna en general. Pero se vieron perdidos por la droga, la delincuencia. Algunos porque no tenían el hábito de entrenar y creían que era llegar y jugar", recuerda.

"A lo mejor tuvieron una opotunidad en cadetes y los echaron, porque eso pasa mucho en cadetes. Van cambiando jugadores todos los años, van llegando jugadores mejores y no buscaron otras oportunidades. Pero sí, se quedaron muchas personas, muchos amigos míos que tenían condiciones para estar en un primer equipo", resume González.

La constancia le permitió lograr el objetivo: "Mi gran sueño era ser futbolista. Primero, porque mi viejo y yo amábamos el fútbol; y otra gran razón era poder salir de donde estaba, poder tener otra vida. Y el fútbol te lo podía dar. Ese era uno de los motivos por los que yo me sacaba la cresta todos los días entrenando, tenía que pegarme viajes larguísimos y estaba ahí. Creo que fui muy perseverante en ese sentido, como la gran mayoría de los jugadores que llegan al profesionalismo".

El capitán albinaranja reconoce que es más complicado cuando se surge desde lo profundo. "Es complejo porque a veces no estan las condiciones. Estoy seguro de que cada futbolista que viene de los estratos más bajos tiene una historia de lucha tremenda, una historia de vida tremenda", sentencia.