Después de mucho batallar, Enzo Roco ha conseguido un lugar en la elite del fútbol mundial. El defensor chileno juega en la primera división española, con la camiseta del Elche, y está a un paso del centenar de duelos en La Liga. Esta temporada cumplió el objetivo de la permanencia y hoy cierra su participación ante Getafe (11:30 horas).

Con 29 años, el zaguero que fue campeón de Copa América Centenario en 2016 enfrenta a los mejores delanteros del mundo cada fin de semana. Sin embargo, no olvida las dificultades de su inicio en Ovalle, cuando viajaba cuatro horas diarias tras su oportunidad en el profesionalismo.

"Muy pocas personas lo saben. Yo tenía 13 años y Coquimbo Unido es un equipo muy histórico de Chile, que queda cerca de mi pueblo. Me fui a probar y por problemas para costearme los pasajes no pude seguir yendo a las pruebas, pese a que me había ido bien", reconoció en el programa Carrusel Americano.

"Los profesores me decían que siguiera yendo (a Coquimbo), y yo les decía que no podía costearme los pasajes ni quedarme allá porque no teníamos las condiciones (económicas). Y bueno, es el destino", repasó el defensor nacional.

Roco: Las cosas pasan por algo
 

Los problemas de dinero no amilanaron a Enzo Roco en los inicios de su carrera. De hecho, su oportunidad llegaría un tiempo después: "Desde pequeño pienso que las cosas pasan por algo en especial y ya al siguiente año, jugando por mi colegio, nos metimos a un campeonato nacional y ahí fueron los veedores de Universidad Católica y otros clubes grandes".

El defensor ovallino recuerda que con su equipo llegó "a la final del Campeonato Nacional Escolar. Hicimos muy buenos partidos y fuimos campeones. Pero había un jugador buenísimo, el número 10, el que hacía los goles, la figura. Y a él sí lo querían en la Católica", asegura.

Ese compañero fue el pasaporte que esperaba Roco: "Querían llevarlo, pero él no quería irse solo, por la familia, por los amigos y todo eso. Y como yo tenía las condiciones físicas y también tenia condiciones técnicas, me vieron proyección y me dijeron que lo acompañara. Él llegó, lo inscribieron inmediatamente en la Católica y yo estuve cuatro meses a prueba".

Así, el defensor inició una trayectoria que casi dos décadas después, lo tiene en un liugar de privilegio en el fútbol mundial. "Son cosas que, mirándolas desde acá, uno dice que al final valió la pena, el esfuerzo, el sacrificio. Dejar la familia tan joven y llegar a la capital, cosas que son el medio que justifica el fin de cumplir el sueño", concluye Roco.