Cinco asesinos a sueldo se encuentran a bordo de un Tren Bala que viaja de Tokio a Morioka con unas pocas paradas intermedias. Poco a poco van descubriendo que sus misiones no son ajenas entre sí. La pregunta es quién saldrá vivo del tren y qué les espera en la estación final.
Una vez sobre la caravana, la película parte a paso firme con una propuesta coral de personajes que se presentan de la manera más irreverente posible. El juego de constantes flashbacks va alimentando el historial de cada uno de los involucrados, entrelazándose con sus diálogos y comportamientos del presente. Los perfiles se construyen bastante rápido y los protagonistas se establecen sin entramparse.
La estética japonesa en neones y personajes caricaturescos es siempre atractiva. Mejora aún más cuando la colorida propuesta estética se mezcla en los combates con los covers en japonés de Stayin’ Alive, por Avu-Chan, y también de Holding Out for a Hero, en versión de Asakura Miki, que son lo máximo en pantalla.
Tren Bala | ¿Cómo es la película con Brad Pitt y Bad Bunny?
Entonces, lo que viene después, el desarrollo, es tan caótico como las mismísimas interacciones de los personajes. La nueva apuesta de David Leitch tiene un ritmo ultra inestable y cuando corre a toda velocidad por sus escenas de acción, siempre se topa con obstáculos que hacen frenar su narrativa.
La premisa descansa en desentrañar misterios que a cada rato dan giros, construyendo una ilusión en la que parece que las cosas cambian de rumbo; pero dado un punto, el espectador anhela más resoluciones que nuevas dudas. Aún así te siguen planteando más y más incógnitas, entrampándose en nudos argumentales que se resuelven en un improbable final que busca atar todos los cabos de una sola vez. Y… Difícil.
Mientras el bólido avanza, el guión también muestra su verdadera cara. Así, en una comparación acción vs. exposición, el segundo concepto se lleva la mayor parte del peso, porque la interminable lista de cambios en la trama obviamente requieren explicación coherente, por mucho que la apuesta se eche a descansar en los laureles de las coincidencias.
Ahora, siendo justos, el magnetismo de Brad Pitt es incontrolable e hipnótico. El hombre la pasó bien creando el personaje, eso se nota en pantalla, siendo prácticamente a la única figura a la que dan ganas de seguir, a pesar de que su historia no termina de ser la más interesante. Son estas pequeñas desconexiones las que dejan expuestas las grietas de Bullet Train. Porque, por muy atractivo, encantador y simpático que sea Pitt, eso no es suficiente para mantener la apuesta en alto.
Y ya que el marketing de la película se ha aferrado tanto a la imagen de Bad Bunny, sobre todo para Latinoamérica, por si alguien decide ver la película por él; la verdad sea dicha: Benito Martínez dura menos de 10 minutos en la trama, siendo generoso con su tiempo en pantalla. Su actuación está bien pero el fan del artista quedará un poco desconcertado con su escueta aparición. La mejor escena que tiene el cantante se puede ver en el tráiler, eso mismo pasa con las bromas y la interacción que tiene con Brad Pitt. No hay mucho más que eso.
Si te gustó Deadpool y Deadpool 2, más precisamente; es decir, si te gustó esa entretención pasajera de dos horas que apenas salgas del cine olvidarás porque no te deja nada memorable, ésta es tu película. El director sigue las mismas pautas de humor absurdo, una cuota de violencia sangrienta y personajes que quieren parecer inteligentes pero sus acciones constantemente los dejan en ridículo.
Igualmente, la película se hace larga. Quisieron abarcar demasiado al detalle la novela de Kōtarō Isaka, pero a mitad de camino ya se empieza notar la extensión de dos horas.
Lo que proyectaba ser, Tren Bala lo cumple aunque en menor medida: una comedia en que, cuando aparece la acción, ésta es desbordante, con poca vergüenza y muy colorida; pero detrás de eso se esconde una engorrosa colección de coincidencias y personajes a los que les faltó pulido para estar en la galería de Tarantino. Razón por la que, cuando toca bajarse de esta locura, te deja con más amarguras que satisfacciones.