Blanquita es una película que aborda una de las tantas problemáticas a nivel país. Hablamos sobre menores que deben ser protegidos por el Estado, debido a la ausencia de un núcleo familiar sólido. Pero antes de los análisis sobre la historia del film, y la realidad chilena, la cinta ganadora del premio a Mejor Guión en la sección «Horizontes» del 79º Festival de Venecia, nos propone cuestionarnos cuál es el rol institucional frente a desigualdades sociales estructurales.

"Blanquita" muestra las redes de prostitución de gente de élite y los vacíos judiciales

Durante una rueda de prensa, el director Fernando Guzzoni, definió la película como, "un thriller político que reflexiona sobre la impunidad y la injusticia estructural de nuestras sociedades". Por ese mismo lado, el espectador debe saber que esta producción nos muestra en pantalla la corrupción y desconfianza que genera la política y el sistema judicial.

Un aspecto interesante, es que la cinta, nos aleja del clásico relato de "víctima-victimario", sino que, a través de las secuencias, logra confundir al espectador sobre la veracidad de los hechos por parte de los personajes, como también, la representación de diputados y senadores como si fueran entidades intocables que giran al rededor tuyo sin que tú lo sepas.

Así mismo, el largometraje se desenvuelve en el suspenso y misterio de una forma muy adecuada para ser una película inspirada en un caso como lo fue el mediático “Spiniak", logrando así, un argumento interesante y respetuoso que no deja a nadie indiferente.

La técnica audiovisual nos muestra una gran cantidad de primeros planos, lo que nos permite adentrarnos en la profundidad de sus protagonistas, una joven que logra incomodar a personas de alto mando, una madre de 18 años, sin redes, sin apellido que junto al sacerdote-interpretado por Alejandro Goic- desestabilizan la opinión pública, y desnudan el involucramiento político en contextos que los convierten en los peores delincuentes.

Finalmente, un elemento destacado sobre este proyecto cinematográfico, es que la película aborda una realidad que no solo sucede en nuestro país, haciendo del cine, un instrumento que, a través del dramatismo, nos comunica hechos gravísimos que suceden por debajo de la mesa, siendo tan crudos, que su densidad termina superando a la ficción.