Casi 5.000 años después de haber sido dotado de los poderes omnipotentes de los antiguos dioses -y encarcelado con la misma rapidez-, Black Adam (Johnson) es liberado de su tumba terrenal, listo para desatar su forma única de justicia en el mundo moderno.

La película parte con un extenso prólogo que da trasfondo al personaje. El origen, las implicancias, las emociones, las motivaciones. La atención es vital para procesar toda la información que se entrega en un breve lapsus de tiempo.

Luego viene mucho de lo que se había visto en el trailer, escenas en el desierto, la aparición del antihéroe en la época moderna para el inminente impacto que tendrá en el Universo Extendido DC.

Black Adam | ¿Cómo es la película con Dwayne Johnson?

Pero no hay que inquietarse, las cosas van potenciando sus músculos; Black Adam tiene guardados algunos trucos. La introducción de la Justice Society of America de manera justa y precisa para entender a los héroes que entrarán en juego, también necesita de atención o te lo pierdes.

Mientras el primer enfrentamiento va construyéndose, la estructura de la película tambalea en sus bases. Es extraña, desordenada, va y viene, nunca se queda tranquila; pero hipnotiza.

Y, siendo sinceros, esta edificación se sostiene gracias a la presencia estelar de Dwayne Johnson: su estremecedora e imponente presencia es demasiado efectiva como para que lo que lo rodea se venga abajo. Echando mano a un humor desafiante que acentúa el lado más despiadado y sarcástico del personaje, The Rock abre las posibilidades para lo que significa su intervención en DC, incluso más allá de la pantalla. Al menos su rol aquí goza de la suficiente historia, con un necesario giro que lo humaniza para poder empatizar con su dolor y causa.

El diseño de personajes acompaña. El look de Black Adam se había sobre expuesto en las promociones, pero ahora se ve en mayor esplendor lo que se hizo para Hawkman y Doctor Fate. El primero luce imponente y detallado, mientras que el segundo aprovecha su colores para brillar y multiplicarse en pantalla. Quizás con Cyclone y Atom Smasher quedaron en deuda, pero algo de ellos hay también.

Las películas de superhéroes generalmente no son violentas, principalmente por ser prisioneras de la corrección política y de caerle bien a toda la familia. Pero aquí la desfachatez del protagonista se imprime también en el nivel de violencia que tienen sus actos. La entrega pasó por múltiples procesos de edición para alejarse de la categoría R que le asignaron en un primer momento, pero el espíritu brutal permanece y se agradece. Este aspecto sólo termina de enaltecer las secuencias de acción que, aunque en términos de locaciones puedan parecer repetitivas, no dejan de ser ágiles, con visuales espectaculares y atractivas de presenciar -hecho: las CGI lucen mucho mejor que varias de las de Marvel, al menos-.

Si tenemos personajes con superfuerza, capaces de conducir la electricidad de los rayos, ocupar magia a gusto; hay que ser muy inocente para pensar que no habrán consecuencias de alto impacto en el constexto donde se desenvuelven. De ahí el comentario de humana a meta humano sobre cómo son los individuos con poderes quienes dibujan la línea para determinar qué está bien y qué esta mal en el uso de tales habilidades, creyendo que son los héroes los que siempre tienen la razón. ¿Acaso están muy equivocados?

Los alcances de ese poder y su forma de utilizarlos son también parte de los argumentos con que Black Adam cuestiona a su propio género. Al mismo tiempo que fustiga las invasiones extranjeras a territorios con riquezas naturales, para explotarlas en desmedro de la propia población local. Ideas interesantes pero presentadas de manera demasiado fugaz como para tomarles necesariamente el peso que tienen. Pero al menos están, porque tales cuestionamientos éticos y morales difícilmente se pueden ver en otras entregas del género, a menos que uno se vuelque a los productos televisivos como The Boys o Doom Patrol.

Por otro lado, la historia puede resultar genérica con el avance hacia un objetivo, mientras un Macguffin danza entre las manos de héroes y villanos para mover los engranajes; tiene momentos cursis que son para incomodar al punto de lanzar un bufido en la oscuridad del cine; y resulta por momentos predecible.

La verdad es que hay que escarbar un poco en la carne del material para encontrar el mejor sabor, sensación que quizás puede partir por sentir y entregarse a la música con tintes épicos y colmada de guitarras distorsionadas que le da poder a la banda sonora compuesta por Lorne Balfe.

Black Adam se parece mucho a Aquaman, puede que alcance ribetes absurdos y hasta estúpidos, pero es tan divertida y atractiva visualmente que es realmente imposible dejar de mirar. Sin ser perfecta, se pasa un buen rato, con un protagonista de carisma impecable y a la salida deja con una sensación de satisfacción, pensando en lo que puede venir a futuro en la reimaginación del Universo DC en el cine, si se pulen un poco más los detalles.