El fútbol europeo sufre un terremoto que ya se ha calificado como una guerra tras adelantarse la creación de la Superliga que conforman los clubes más ricos y poderosos del Viejo Continente en una competencia elitista que deja al margen a los equipos más humildes y establecida fuera de las fronteras de la FIFA y la UEFA.

Es que los clubes más ricos quieren tener aún más beneficios económicos y las cifras así lo avalan. La Superliga con su segmentación pretende ser la nueva Champions League, competencia que reparte 1.950 millones de euros en total a sus participantes.

Tras surgir la idea de la Superliga, la UEFA aumentó a 15,25 millones de euros el monto recibido de entrada a los clubes que disputan la Champions, a lo que se suman 2,7 millones por triunfo y 900 mil euros por empate en la fase grupal.

Alcanzar los octavos de final supone un ingreso adicional de 9,5 millones de euros, los cuartos de final 10,5 millones, las semifinales 12 millones y la final 15 millones. El campeón suma 4 millones más. A esto se agregan 292 millones de euros del Market Pool, destinados a cada país para que reparta montos a los participantes de cada federación por conceptos de televisión en base desempeño.

Sin embargo, The Times adelanta que la Superliga asegurará 350 millones de euros a cada club participante, es decir, cuatro veces más de lo recaudado por el Bayern Múnich en su campaña como último campeón de la Champions. Las diferencias son estratosféricas y se habla de un presupuesto a repartir que alcanza los 10.000 millones de euros.

“Los pagos de solidaridad serán mayores que los actualmente generados por el sistema europeo de competición y se prevé que superen los 10.000 millones de euros a lo largo del periodo de compromiso de los clubes”, manifestó la misma Superliga hace un tiempo.

El comunicado sentenciaba que “la nueva competición se construirá con criterios financieros de sostenibilidad, ya que todos los clubes fundadores se comprometen a adoptar un marco de gasto. A cambio de su compromiso, los clubes fundadores recibirán, en conjunto, un pago de una sola vez de 3.500 millones de euros dedicado únicamente a acometer planes de inversión en infraestructuras y compensar el impacto de la pandemia del Covid”.