Sergio Agüero dejó el fútbol profesional debido a una arritmia cardíaca, pero no se achacó y desarrolló una nueva pasión, que ya ha había descubierto con la pandemia.

Los videojuegos lo tienen tan obsesionado que incluso le bloquearon la tarjeta por la cantidad de veces que ha gastado dinero en su nuevo vicio: el juego de teléfonos móviles The Grand Mafia.

“Estoy poniendo plata a morir. Es un juego en el que atacas. Yo ataco y me putean, me mandan mensajes. Un día me levanto y pasé de tres millones de poder a dos millones. Me habían atacado y pude ver quién fue: la líder de la alianza más poderosa del servidor. Entonces le hablé a la chica y le pregunté por qué me atacó”, afirma en su stream.

“Me hizo calentar y ella tenía 20 millones de poder. Le dije que en una semana te paso en poder. ‘Sí, claro ¿te vas a gastar diez mil dólares en el juego para pasarme?’, me preguntó. Listo, ya verás le contesté”, añade.

Luego, detalla: “Empecé a comprar, a comprar, a comprar. Me maquiné, me puse todas las armas, diamantes, todo. Llevé a nivel 25 la base, compraba, compraba y compraba por día. Tanto que en un momento la tarjeta como que se me bloqueó. Y dije qué pasó, se me bloqueó, la puta madre. Al otro día vuelvo a comprar y se desbloqueó”

Agüero vibra cuando explica sus proezas en el juego: “Entonces empecé. Tengo una banda de oro y con eso compro aceleradores. No sé cuánto llevo gastando. La chica me mandó un mensaje diciendo que estaba creciendo muy rápido y le dije que era para atacarla. Cuando se me acababan los aceleradores, iba a la tienda y pum, 100 dólares. Pasé a ser el número 1 del servidor”.

El ex Manchester City revala que nadie conoce su identidad: “Yo hablo con la gente y no saben que soy yo. Yo me puse ‘El Kuni’ pero son tan boludos que no se dan cuenta. La facción me habla y uno me pone: ‘¿Cómo haces para crecer tanto?’. Yo le dije que pongo plata, pa. Cuando me preguntaron qué hago, yo les digo que soy empresario, que estaba en Dubai. Les digo que decoro los edificios”.

Y les inventó otro personaje: “Una vez estaba en Qatar, tenía que volar y eran 14 horas en las que no me podía conectar. Les dije que estaba en Qatar que fui a diseñar unos edificios y tenía que ir a Brasil y Argentina a hacer lo mismo. ‘Wow, que buen laburo’, me dicen. El diseñador de edificios soy para ellos”.