En el fútbol, y sobre todo en Chile, son pocos los futbolistas que tienen el rótulo de ídolos. Si acotamos a los equipos de regiones, la cifra disminuye. Uno de esos privilegiados es Washington Olivera, el conocido “Trapito” que es leyenda de la mejor época de Cobreloa.
Y no hablamos únicamente de su etapa como jugador, donde brilló entre 1981 y 1983, disputó dos finales de Copa Libertadores y ganó un título nacional. Tras su retiro se dedicó a formar nuevos talentos, y bajo su batuta pasaron figuras como Eduardo Vargas o Junior Fernandes.
A sus 72 años, Olivera se radicó hace un buen tiempo en el sur de Chile, especialmente en Osorno, donde se recupera de una delicada operación que tuvo hace poco más de un año, y en diálogo con RedGol se animó a revelar su deuda pendiente en el fútbol.

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La deuda que Washington Olivera dejó en el fútbol
“Fui seleccionado uruguayo, jugué en Nacional y Peñarol, después de fui a México, me vine a Chile, estuve en los mejores equipos, salí campeón en todos, también fui goleador, ¿qué más le puedo pedir al fútbol? Si me regaló tanto”, expresó el ídolo loíno.
– ¿Te quedó algo pendiente en el fútbol?
Siempre te queda algo. Yo sé que como jugador tenía mis condiciones y además de eso aprendí mucho. Entonces, después lo quise llevar como entrenador al fútbol profesional y lamentablemente había pocos trompos para mucha cuerda. Y en ese entonces había muchos entrenadores.
Si bien reconoce Olivera que muchas veces le cerraron las puertas para iniciar una carrera como técnico, fue su Cobreloa de toda la vida quien le dio una mano para ser formador y trabajar en sus escuelas de fútbol, de donde sacó a nombres que hoy son figuras nacionales.
“Yo trabajé en una tercera división, en la cual tuve a jugadores como Junior Fernandes o Eduardo Vargas, por ejemplo. Fue una alegría para mí estar y compartir ese tiempo con ellos. Al poco tiempo desde el club dijeron que el proyecto no sirvió y yo les subí nueve jugadores al primer equipo“, recordó Trapito.
¿Cómo está la salud del “Trapito”?
Fue a mediados de abril del año pasado que Olivera dio a conocer a nuestros micrófonos que necesitaba urgentemente una operación en su vesícula, y ante su compleja situación económica puso a la venta el libro que resume su carrera. Luego de 14 meses, su salud está en un mejor pasar.
– ¿Quedaste bien de la intervención?
Sí, de la operación quedé muy bien. Fue perfecta. Me trataron como si fuera un hijo. Ahí en la clínica MEDS estuve con gente del fútbol y estaban al lado mío en todo momento. Estuve cinco días y parecía un bebé (risas). Lo que pasa es que ahora me vino el viejazo, y para eso no hay operación que valga.
– ¿Quiénes te ayudaron en ese momento?
Estaba la Corporación Jugadores por Siempre, de hecho cuando me operaron y fui con mi señora, me cedieron una casa grande que tienen. Incluso, para hacer los viajes a la clínica, los tipos me llevaban hasta allá. Entonces, siempre tengo un cariño por esa gente porque en realidad se pasaron conmigo. Hasta comida me llevaban (risas).

Washington Olivera, fue parte del legendario Cobreloa de los años 80 (Archivo)