Roberto Rojas cumplirá 68 años este 8 de agosto. Celebrará de manera calmada, como ha sido habitual su vida en el último tiempo en Brasil, país en el que se radicó tras jugar en Sao Paulo y vivir el episodio de la bengala en el Maracaná.
“Estoy jubilado acá. En una nueva etapa en ese sentido, cuidándome la salud, estando cerca de mi familia. Muy tranquilo”, señala desde la ciudad paulista a Redgol.
Detalla que tiene tres nietos. “Son maravillosos, y vamos a ver si mis hijos me dan más nietos. lo que sería espectacular. Por ahora son dos hombres y una mujer, ahora dependo de ellos. ¿Que sean arqueros? A veces los genes se hacen presente en otras generaciones“, aclara.

Cóndor Rojas en familia con su hija
El Cóndor indica además que no le interesa salir mucho de su hogar. “No salgo por una cuestión de salud. Estoy en mi casa, no tengo una vida social activa. Menos voy al estadio. Muy tranquilo en casa, viendo deportes y ayudo en los quehaceres en la casa. Es lo de cualquier persona normal”, sostiene.
–De todas formas no se olvidan de usted los brasileños, siempre da notas.
Eso sí, estoy presente en lo que la prensa me pide. Foy entrevistas y hablo harto con la gente de aquí cuando juegan Copa Libertadores o en el torneo los clubes.
-Ahora está Gonzalo Tapia en Sao Paulo, ¿cómo lo ha visto?
Tapia vino a préstamo, lleva algunas semanas. Hizo un gol, pero se habla poco de él pues no llegó a ser titular. Se gana eso aprovechando las oportunidades, ojalá rinda bien hasta el fin del préstamo, hasta fin de año. Puede ser un aporte, es un jugador barato para Sao Paulo.
Roberto Rojas y su comparación con Bravo
-¿Tuvo ídolos en el fútbol?
Mi ídolo en el arco lo divido en tres partes: los que no vi, los que estuvieron en mi época y los de afuera. El Sapo Livingstone es el primero, por la historia, me gustaba saber de los jugadores anteriores a mi generación y me hablaban maravillas, porque no lo vi jugar. Luego el Gato Osbén, que fue mi compañero, lo que hizo hasta el 82 fue espectacular. Mirando al extranjero están el Pato Fillol y Sepp Maier, buscaba lo poco que llegaba desde Alemania para ver cómo llegó a ese nivel.

Cóndor Rojas y el Gato Osbén
-La escuela de los arqueros alemanes.
Sí. Miraba también a Harald Schumacher, era una escuela de arqueros alemanes en esa época. Usaba una camiseta celeste la que yo después repliqué. Con Sepp Maier eran marcas mundiales.
–¿Algún otro latino que admirara?
Gatti te transmitía inseguridad, pero tenía algo difícil de encontrar: personalidad y anticiparse. Era un jugador más para su defensa, jugaba con los pies, antes de los 80 eso no se veía. El Pato Fillol era más completo, tenía más presencia. Luego está José Luis Chilvaert con otro estilo, que era hacer goles. Yo por ejemplo trabajé con Rogerio Ceni, que hizo 140 goles de tiro libre.

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-¿A los arqueros actuales cómo los califica?
Hoy es diferente, en el Mundial de Clubes andaban bien todos los arqueros. Es difícil decir cuál es el mejor en Europa. En Sudamérica hay destacados, pero pesa más lo de Europa, donde están Courtouis o Neuer.
-Imposible no compararlo con Claudio Bravo, ¿le molesta eso?
Bravo viene de una época en la que le mejoraron los defectos. No me incomoda que me comparen con Bravo, que marcó una era en el fútbol chileno. Es un privilegio de hecho. Pero no se pueden comparar estilos. Pero él tuvo una persona a su lado y yo nunca lo tuve.

Roberto Rojas admira a Claudio Bravo
–¿Usted nunca tuvo la ayuda de Bravo?
Yo tuve a Ricardo Contreras una semana en la selección. Pero no tuve uno por años. Cuando llegué a Sao Paulo el 87 recién vine a conocer el trabajo de arqueros profesionales, ahí estuve dos años con uno. Sentí el cambio en lo físico, no estaba acostumbrado a ese entrenamiento. Me costó adaptarme, pero es bueno que te corrijan los defectos y te levanten las virtudes.
–¿Cómo podría comparar su época con la de Bravo?
Hablando de forma simple, yo me hice de forma artesanal con mis condiciones. Claudio nació con grandes condiciones y las mejoró con un profesional al lado. Son épocas diferentes y la forma de jugar son distintas.

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–Además es otra tecnología hasta en los guantes para atajar.
En Colo Colo yo no tenía guantes importados, como tenían otros. No existían, a no ser que te los trajeran del extranjero. Te cuento una anécdota: yo jugaba con unos guantes más o menos en Colo Colo y en una reunión doble, donde jugaba Unión Española de preliminar, le pedí los guantes a Ronald Yávar, el arquero de Unión, que tenía unos que le habían traído de afuera. Lo agarré en el túnel cuando terminó su partido y le dije préstame los guantes. ‘Claro, úsalos’, me dijo. Imagínate, ese nivel. Yo se los había visto en televisión. Era un sueño usarlos y eso que ya estaba en Colo Colo.
-¿Después sí firmó un buen contrato con una marca?
Reusch me hizo contrato por dos años. Me vine a Sao Paulo con 200 pares de guantes, con mi nombre en la correa. No eran tan personalizados como ahora.

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-¿Muy grande el cambio?
Claro, si en Aviación entrenaba con guantes de trabajador de obras, de construcción. Lo hacía porque así practicaba la técnica de agarrar la pelota. Lo mismo con las gomas de las paletas de ping pong, se las pegaba a los guantes. Hoy encuentras todo más fácil.