El fútbol es de presente. Por eso, Mario Briceño prefiere dejar bien atrás los años dorados, cuando saltó de Deportes La Serena a Universidad de Chile por recomendación de Luis Musrri e ilusionó a los hinchas azules, en el fallido proyecto de Sebastián Beccacece. El delantero tuvo buenos momentos, pero comenzó a mostrar sus yayitas.

Luego vino el peregrinar. Antofagasta, Curicó Unido, Barnechea, Ñublense y Rangers disfrutaron algunas de sus filigranas, pero la indisciplina siempre se impuso, y Briceño se quedó sin nada más que su familia y algunos amigos. En octubre del año pasado jugó ocho minutos por el cuadro talquino ante Coquimbo Unido. Y nunca más entró a una cancha.

Pero las vacaciones obligadas se terminaron a mediados de mayo, cuando recibió el llamado de Unión San Felipe para volver. Es una de las novedades del conjunto aconcagüino para el segundo semestre y el hombre cree. "Nunca perdí la fe en que Dios me iba a dar una oportunidad porque soy buena persona, dejo buenas cosas en los equipos", reconoce. 

Briceño habla con Redgol con sinceridad: "Aún haciendo cosas tontas, porque la verdad es que fueron tonteras, aún así me llaman de clubes. Es hora de que me dé cuenta de que el fútbol es mi vida, que dependo de él y que tanto me ha dado. Ahora va a llegar mi familia y qué voy a decir, estoy más contento que perro con dos colas", subraya el atacante.

A punto de cumplir 26 años, el hombre se aferra a la fe. "Siempre creí en Dios y no di mi brazo a torcer. Creo que las posibilidades se presentan de nuevo. Me vi en la nada, sin dinero, sin nada, pensando que esto iba a durar toda una vida. Vendí papas en la feria para hacerme plata", reflexiona el ariete, que siguió practicando durante el periodo sabático.

"Me entrenaba, jugaba con mis compañeros en la población, nunca dejé de creer que el fútbol me brindaría otra oportunidad. Gracias a Dios se me presentaron buenas personas en el camino y estoy agradecido de Leo (Leonardo Durán, gerente de San Felipe), de (el representante) Ernesto Elgueta, que es una tremenda persona. Pónganlos en la nota", pide.

Las enseñanzas de Jaime García
 

En la irregularidad, Mario Briceño pudo echar raíces en Ñublense, donde participó de la campaña del ascenso a Primera en 2020. Jaime García era y es el entrenador de los Diablos Rojos, y el delantero no se olvida de los consejos que le dio. "Me llamaba, me tiraba para arriba", reconoce desde San Felipe.

"Jaime es mi gran amigo y un pilar fundamental en mi carrera. Como él dice, ya no puedo ir a la guerra con una honda: ahora voy cañón, con tanque y con todo. Tengo que demostrarlo, con hambre y motivación, porque para llegar hice muchos sacrificios, esfuerzo... salir del colegio a entrenar, cuando me pedían el pase escolar y me bajaban de la micro por 150 pesos", recuerda.

Es que a Briceño le tocó un camino tan empinado al profesionalismo, que no quiere volver a tropezar. "Antes trabajé en los semáforos. Ahora me refugié en mi familia. Mi madre tiene un emprendimiento, vendí huevos, le ayudaba. Me levantaba temprano, armábamos el puesto y salíamos adelante", asegura el delantero.

Por eso, aunque el atacante no tenía club, se mantuvo activo. "No me dejé llevar por el mal camino, no me metí en cosas que me trajeran consecuencias en caso de que apareciera una oportunidad, como esta en San Felipe, consecuencias como estar metido en atados judiciales", asume.

 

 

Y está con las pilas cargadísimas. "Me dieron un mes para prepararme. Estoy con un psicólogo deportivo y mi tiempo libre lo paso en un gimnasio y en descanso. Estos seis meses los veo como una revancha, voy a explotar. Estoy con muchas ansias y ganas de darle mi apoyo a San Felipe. Es un gran grupo, con jugadores humildes y muy de piel, con buenos trabajos. Quiero ser un gran aporte", sentencia.

"Ojalá nos encontremos en un tiempo y la conversación sea sobre grandes cosas", dice antes de cortar la comunicación. "En este momento voy a comprar una agüita para hidratarme y algo sanito para almorzar", agrega. Es el renacer de un talento de barrio que se perdió en las calles, pero que parece haber retomado su camino.