Un nuevo caso policial llegó a la plataforma de Netflix con “Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez”, en donde a través de la serie de antología se retrata el impactante crimen que cometieron los hermanos en contra de sus padres, además de profundizar sobre la historia personal de cada uno de los protagonistas.

El crimen ocurrió en 1989 y ganó notoriedad en los medios estadounidenses debido a la brutalidad de los hechos en donde José y Kitty Menendez fueron encontrados sin vida en su mansión de Beverly Hills.

El juicio que siguió también capturó la atención de los ciudadanos en donde sus propios hijos fueron condenados, argumentando en su defensa que sufrieron abusos sexuales y emocionales por parte del patriarca de la familia los que los llevó a cometer el crimen.

El caso de los hermanos Menendez

La noche del 20 de agosto de 1989, Lyle y Erik ingresaron a su casa armados con unas escopetas, la familia de clase acomodada vivía en una lujosa mansión en la ciudad de Beverly Hills. Kitty, la madre, recibió 10 disparos, mientras que José fue alcanzado por seis.

Los hermanos esperaron en la mansión la llegada de la policía argumentando que pasaron la noche viendo Batman y luego asistieron al Festival Taste of LA y que al regresar se encontraron con lo sucedido.

La policía no realizó la prueba de residuos de pólvora y comenzaron a investigar el crimen.

Lo que alertó a los detectives sobre la vinculación de los hermanos en los asesinatos el estilo de vida de lujos que comenzaron a llevar después de los hechos.

Gastos de altas sumas de dinero como en viajes por el mundo, compra de restaurantes, compra de casas en Marina del Rey, gastando alrededor de $700.000 dólares en pocos meses, equivalente a $1.777.074, en la actualidad.

Inicialmente, la policía sospechó de la mafia, pero luego la investigación tuvo un giro hacía los hermano por un motivo financiero.

Erik confesó el crimen a su psicólogo, Jerome Oziel, quien le comentó esto a su amante Judalon Smyth. Cuando la relación término, ella decidió exponer estos hechos.

Durante el juicio, Lyle entregó un testimonio detallado sobre los presuntos abusos de su padre, revelando que lo enfrentó por cometer los mismos actos contra Erik.

Andy Cano y Diane Vander Molen, primos de los hermanos, respaldaron estas acusaciones señalando que cuando eran niños, Erik se los reveló.

El juicio de 1994 terminó sin veredicto debido a la división del jurado, lo que resultó en un juicio nulo. El segundo, realizó un año después,

El 21 de marzo de 1996, Lyle y Erik fueron declarados culpables de dos cargos de asesinato en primer grado y conspiración para asesinar, obteniendo dos condenas consecutivas de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

Actualmente, ambos se encuentran en prisión, a pesar de las peticiones para anular los cargos.