Por Daniel Fuenzalida F.

 

 

Un plato sin sabor a nada. Un híbrido insípido. La nueva temporada de “El Discípulo del Chef” parece haber perdido la receta y hoy muestra una transformación entre farándula y cocina que roza en el mal gusto.
El público que seguía leal y fielmente a Master Chef no le parece el cúmulo de dimes y diretes (vulgo cahuín) que ronda en cada capítulo del estelar de Sergi Arola, Ennio Carota y Carolina Bazán.
Altas expectativas rondaban en la industria ante el retorno de este estelar a CHV. Sin embargo, hasta el momento lo exhibido queda el debe y, por el bien del equipo productor, más vale que echen mano a un cambio o sino el despeñadero está a la vuelta de la esquina.
Como el oficio de criticar también impone proponer, acá algunos consejos para el área prime: bajen el protagonismo de los jueces. No es necesario exacerbar sus intervenciones, Si bien cada uno ha construido un personaje, para el espectador resulta majadero “robar” segundos al aire en base a frases sin sentido.
Punto aparte es Carolina Bazán, la conocida “China”. Su carisma la pone en un sitial distinto a sus compañeros. Sus palabras son asertivas, directas, a veces punzantes, pero creíbles.
En la vereda de los discípulos, Nacho Román no se adecúa a los tiempos ni los espacios. Se queda en el intento. Quizás si dejara las poses y se abocara a lo que realmente es, captaría una identidad que -hasta el momento- no vemos en él.
ChileVisión tiene una marca exitosa como es “El Discípulo del Chef”, pero ojo: no abusar del formato. La tentación de poner al aire un programa que económicamente es rentable puede resultar peligrosamente atractivo. Una especie de pan para hoy… hambre para mañana.

Los ratings demuestran que la caída es en el tiempo: Domingo 7 agosto: 10.1; Lunes: 7.6; Martes: 7; Miércoles 10: 7; Domingo 14: 8.1 (día de eliminación); Lunes 15: 6.8.
Queda la sensación que “El Discípulo del Chef” traicionó sus raíces y con tantos cambios perdió la esencia, aquella que aportaba a la puesta en escena de un plato gourmet. Hoy el espacio es un platillo que de no mediar transformaciones va directo a salir de la carta.