Aunque el debut de Jean Beausejour con la selección chilena fue hace 15 años, su real desembarco en la Roja se produce en 2007, cuando apareció mágicamente en los registros de Marcelo Bielsa.

Fue mucho obra del destino. El Loco era seleccionador nacional y aguantó las primera cuatro fechas de las eliminatorias con los jugadores más veteranos, pero a partir de 2008 vendría el recambio y la Generación Dorada en pleno.

A Beausejour lo vio casi de casualidad. El 8 de diciembre de 2007 fue a ver el triunfo de Audax Italiano sobre Cobreloa(1-0) en el viejo estadio Municipal de La Florida, que disputó su último partido antes de la reconstrucción.

El antiguo recinto solo tenía seis casetas para las radios, y la demanda hizo que Bielsa no pudiera ocupar una de ellas para ver el partido. Para no molestar, le ofrecieron una silla en el codo suroriente, sobre la pista de ceniza y al lado de los camarines.

Desde ahí, el rosarino vio en primera fila el desempeño de Beausejour como carrilero izquierdo de los naranjas. Quedó sorprendido por la potencia y el biotipo del haitiano-mapuche. Y dejó su nombre anotado en la libreta.

Beausejour volvía del olvido. Se fue de Universidad Católica al Servette de Suiza. Luego pasó por Gremio de Brasil y el Gent de Bélgica, hasta que regresó a Chile con Cobreloa, para buscar la regularidad que perdió en el exterior.

En 2008, Bielsa lo llamó a una pretemporada con la selección y firmó por O’Higgins. De ahí nada lo detuvo: se fue al América de México y a la Premier League. Y se convirtió en el único futbolista chileno que anotó en dos Copas del Mundo, Sudáfrica y Brasil.

Hoy se retira de la Roja con 107 partidos, como el lateral izquierdo más recurrido en toda la historia y luego de vestir la camiseta de los cuatro equipos grandes del fútbol chileno.

Una historia que tuvo su punto de inflexión ese domingo de diciembre en La Florida.