No se puede creer. Inter de Milan tuvo el gol del empate en la final de la Champions League y a sólo minutos de la apertura del marcador.

Federico Dimarco agarró un balón que revoloteaba en el área y la peinó de cabeza, esperando superar por encima al portero Ederson. El balón, que no alcanzó a descender a tiempo como para irse al fondo de las redes, terminó estrellándose contra el travesaño y el City se salvó.

Pero no fue todo. El rebote le volvió a quedar a Dimarco. Esta vez el lateral estaba con todo el arco a su disposición, pero cuando cabeceó de vuelta, su propio compañero de equipo, Romelu Lukaku hizo de defensa del City y la despejó sin querer.

No fue la noche del belga. Es que en una jugada casi al término del encuentro Lukaku lo tuvo de nuevo. Solo frente al arco, el delantero cabeceó al medio, teniendo todo el arco a su disposición y permitió que los reflejos de Ederson bastaran para salvar al City.

Noche desastrosa para Lukaku, que en una jugada de ataque posterior, mandó la pelota casi al córner al tratar de rematar al arco. Si el City ganó, fue, en parte, gracias al belga.