El balón detenido es uno de los expedientes más codiciados en el fútbol mundial y en él apartado, seguramente Esteban Pavez tiene una condecoración. El mediocampista albo parece tener ojos en la nunca para actuar de espaldas a la acción y darles a sus compañeros los metros precisos para percutar e inscribirse en el marcador a favor de Colo Colo.
El Superclásico ante Universidad de Chile fue pura expresión de esa característica fundada en la pizarra y en el estudio de los rivales. Un tiro de esquina al minuto 81 desde la derecha del ataque albo tenía en el vértice contrario del área chica a las parejas antes del baile: Pavez con Felipe Seymour y Juan Martín Lucero con Junior Fernandes.
Al momento de la orden del árbitro, el panorama se desordena: Pavez no va en busca del balón pero sí a posicionarse justo delante de Junior, que se estrella con la espalda del mediocampista y deja que arranque Lucero en solitario. El delantero argentino se tomó un café antes de liquidar con toda tranquilidad y un cabezazo al ángulo, el 3-1 final.
Las imágenes oficiales dan cuenta de la gran acción estratégica. El pequeño impedimento que pone Pavez hace que Junior pierda toda referencia y quede paralogizado viendo como Lucero liquida el marcador en el Bicentenario Fiscal de Talca. Y al margen de las responsabilidades individuales, la evidencia es el efecto del llamado "
Por eso es el gol más celebrado por Colo Colo. Leo Gil corre desde el banderín con la sonrisa ancha hasta encontrar a Lucero abrazado con todo el equipo. "Es un 80 por ciento gol del entrenador Gustavo Quinteros, más que del jugador", sentenció El Bichi Claudio Borghi en TNT Sports, para enmarcar una instancia que eleva los estándares de nuestro futbol.
El triunfo pone a Colo Colo con seis puntos de ventaja en la tabla de posiciones y estira a una década la sequía azul de triunfos en los Superclásicos. Pero detrás de los números, quedará marcada la escena del arco norte del Fiscal de Talca, donde el Cacique mostró su fiato y sangre fría para ejecutar un plan maestro.
