"Cuidado. Ahí va Espinoza… ¡Gran pared con Pérez! ¡Pérez! ¡Pérez! ¡Pérez! ¡Pérez! ¡Pérez!" gritaba Pedro Carcuro a un país entero que estaba pegado a la televisión un 5 de junio como hoy, pero en 1991. Aquella noche, el fútbol chileno vivía el final de uno de los hitos más importantes en su historia luego de que Colo Colo se coronara campeón de la Copa Libertadores de América.

Los albos vencieron por 3-0 a Olimpia de Paraguay en un partido épico en el Estadio Monumental no solo por ser el primer título internacional de un club de nuestro país, sino también porque ese triunfo llenó de alegría a un pueblo entero que años atrás sufrió la tiranía de la dictadura militar.

De la mano de Mirko Jozic, los albos comenzaron un torneo complejo en el papel, ya que se encontraban también pendientes el Torneo Nacional. Esto llevó al DT a dar más espacio que el de costumbre a los suplentes, quienes al final terminarían dándole el mayor logro de su carrear.

 

El camino a la primera estrella internacional

Con el recuerdo fresco de la eliminación en la versión anterior ante Vasco da Gama por penales en octavos de final en la versión anterior, los albos salieron con todo a la fase de grupos y así tomar la confianza que les permitiera llegar firmes a la última instancia.

Un empate sin goles ante Deportes Concepción puso la alerta en el DT, quien echó mano al equipo. Triunfo 3-1 al partido siguiente ante Barcelona de Guayaquil (último subcampeón), otro más por 2-0 ante el León de Collao y 3-0 de local ante Liga de Quito dejaron a Colo Colo con un pie en octavos. Dos empates ante los equipos ecuatorianos dejaron un saldo de 9 puntos, asegurando el primer lugar con un registro de 10 goles a favor y solo 3 en contra.

Los octavos de final abrirían los desafíos más complicados para los albos en el torneo, pero la idea de ser campeones ya estaba metida en la cabeza del plantel y nadie los haría cambiar de opinión. Universitario sería el primer rival a derrotar, uno que costaría más de lo esperado.

Después de un duro encuentro en el Nacional de Lima, el cacique rescató un empate sin goles. La vuelta prometía y los hinchas así lo entendieron, llevando a más de 50 mil personas al Estadio Monumental, motivación suficiente para salir a ganar el partido. Un doblete de Rubén Espinoza y el descuento de Andrés Gonzáles pusieron a los albos en cuartos.

El triunfo motivó más al plantel, que no tuvo piedad con Nacional de Uruguay. Martínez, dos de Dabrowski y uno de Espinoza completaron el 4-0 en la ida, un resultado que los relajó y les terminó costando caro. En el Estadio Centenario, los charrúas se hicieron fuertes y vencieron al popular por 2-0, resultados que les permitió avanzar a semis pero de la peor manera.

El inicio de la locura

Boca Juniors era un nombre que ningún equipo en Sudamérica quería encontrarse. Los argentinos gozaban de su eterna grandeza y aparecían como la gran amenaza en el sueño de la Copa Libertadores, pero para el plantel de Colo Colo parecía no haber imposibles.

El 16 de mayo los albos visitaron La Bombonera para tratar de asegurar todo o rescatar un buen resultado. Todo parecía estar dentro del plan hasta que a los 7' minutos de partido, Alfredo Graciani abrió el marcador desde el punto penal. Desde ahí, los albos se preocuparon de aguantar la presión y consiguieron volver a Chile con un 1-0 en contra.

Pero lo que pasó en la vuelta no estaba en los planes de nadie. Colo Colo sabía que solo un triunfo categórico les permitiría llegar a la final y así fue como lo hicieron. Minuto 64' y después de un partido muy físico, Coca Mendoza encara por derecha, se la pasa a Marcelo Barticciotto y este se mete en el área sacándose a medio mundo para dejar libre frente al arco a Rubén Martínez, quien con toque suave pone el 1-0.

Dos minutos más tarde, otra vez el Coca se lanza por derecha, mete un pase profundo a Pato Yáñez, que se carga a la línea del área y mete un centro a Barti. El 7 hace su mayor esfuerzo, la pincha y el 2-0. Locura en la galería y en la cancha, mientras los jugadores xeneizes se enojan entre sí. Diego Latorre puso el descuento en el 74' y las dudas en el equipo chileno, pero un gesto de burla a la defensa hizo que los albos dieran el gran golpe. Porque hubo varios.

Minuto 82' y Barticciotto la recibe en la mitad de la cancha. Jaime Pizarro la toma, piensa y entrega a Rubén Martínez. El 11 encara y asocia con Yáñez, quien se la devuelve en la boca del área. Salida de Carlos Navarro Montoya y picotón para el 3-1, los abrazos y el puntapie para una de las mayores peleas en la historia del fútbol sudamericano.

La mágica noche del 5 de junio

Después de conseguir la clasificación más importante de todas, Colo Colo tenía su última barrera para tocar el título. Y no era una cualquiera ya que se trataba de Olimpia, el campeón vigente y quien fuera uno de los equipos más temidos de aquellos años.

El primer duelo se jugó el 29 de mayo en el Estadio Defensores del Chaco de Asunción y es, probablemente, uno de los partidos más duros de un equipo chileno en el extranjero. El cacique aguantó una verdadera guerra en Paraguay, pero logró volver con un 0-0 en el marcador, que no era el resultado esperado pero sí daba cierta tranquilidad. Eso sí, con las bajas de Rubén Martínez (expulsión) y Pato Yáñez (lesión).

Pero la noche del 5 de junio el cacique sacaría su última carta bajo la manga. Daniel Morón; Lizardo Garido, Miguel Ramírez, Javier Margas, Eduardo Vilches; Juan Carlos Peralta, Rubén Espinoza; Jaime Pizarro, Gabriel Mendoza, Marcelo Barticcioto; y un suplente Luis Pérez fueron los elegidos por Jozic para saltar a la cancha.

 

 

Los albos querían finiquitar el trámite rápido ya que le desgaste comenzaba a notarse, pero gracias a la participación constante de los que estuvieron en banca, casi no se notó. En el minuto 12' y ante más de 65 mil personas se abriría el camino a la gloria.

Un tiro libre encuentra a Barticciotto en la banda izquierda y este la cede a Pérez, que hace una pared con Espinoza y se mete en el área, aguantando la marca encima y definiendo perfecto al palo derecho para el 1-0. Olimpia sintió el golpe y el cacique aprovechó los espacios.

El reloj marcaba el 17' y Barti otra vez recibe la pelota, esta vez en profundidad. Encara por derecha y mete un centro que encuentra a Pérez. El 17 aguanta, amortigua, amaga con clase ante su marcador y remata, poniendo el 2-0. Mientras todos celebran, las cámaras de TV enfocan a Jozic, que pese a la locura, sigue pidiendo calma a su equipo.

El primer tiempo terminó con una mala para el cacique ya que Mendoza tuvo una fea caída y terminó con una lesión en su brazo. En su reemplazo ingresó Leonel Herrera, quien sería fundamental en el desenlace de la historia.

La fiesta era total en el Estadio Monumental, pero faltaba el broche de oro. Y en el 85' Olimpia atacaba fuera del área de Colo Colo, pero un error terminó en un despeje que tomó Pizarro. Una corrida breve y un pase fenomenal a Barticciotto, que corrió hasta el fondo y metió un pase bajo que encontró a Herrera en la boca del arco. Un toque suave, la pelota al fondo y un grito de gol que se escuchó de Árica a Magallanes.

Pitazo final y un país entero se abrazaba ante la mayor alegría que pudo dar el fútbol chileno en toda su historia hasta ese momento. Lágrimas por todos lados, rostros agotados y un grupo de jugadores que le dio vuelta la mano al destino, ese que siempre nos quiso borrar de su historia, pero que encontró en un club que representa en su escudo a sus raíces, la forma de ser uno solo. De acordarse que eran grandes. De ver que podían. De mirarse a la cara y decir que campeón había uno solo.

Y se llamaba Colo Colo.