Cuando se habla de Mauricio Cataldo de inmediato se viene a la mente el golazo que le marcó jugando por la Universidad de Concepción a Johnny Herrera, cuando en el antiguo estadio Collado sorprendió con un tiro de rabona para eliminar a Universidad de Chile.
El gol de oro del jugador del Campanil dejó fuera a los azules del torneo Apertura 2023 e inmortalizó la figura de Cataldo, que, si bien prometía en su carrera con un gran talento, poco a poco se fue apagando como la luz en la noche.
Con posteriores pasos en Audax Italiano, Cobreloa, Unión Española y Unión San Felipe, la carrera del talentoso futbolista fue tomando los caminos prohibidos en el deporte, hasta no encontrar escapatoria.
Fue con el diario La Tercera, que Cataldo repasa su vida junto a la pelota, donde pasó de ser una de las grandes promesas con opciones en Europa, hasta estar sólo en las calles con alcohol y una vida en las drogas.
La rabona de Cataldo que significó un gol de oro para la Universidad de Concepción. Foto: Caputa CDF.
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Promesa
Más allá que la rabona a Johnny Herrera pasó a la historia por lo magnífico del golazo que marcó, sus jugadas llamaban la atención, incluso desde el Viejo Continente.
“A temprana edad me querían en España, el Saint Gallen también se interesó, equipos mexicanos. Marcaba la diferencia con jugadas que no hacían los futbolistas chilenos, mi estilo era más parecido a los argentinos. Fuera de la cancha no tenía mucha personalidad, pero dentro me transformaba. Tomando hasta el día antes del partido, era figura y marcaba goles, así que imagínate dónde pude haber llegado”, comenzó explicando.
“Me pongo a pensar y digo que era un propósito de Dios que me pasaran todas estas cosas, para después aceptarlo a él. Imagínate si me hubiese ido a Europa no hubiese conocido a Jesucristo y no estaría trabajando con niños. ¡Qué me iban a importar si yo tengo millones! Me hubiese vencido la soberbia, no hubiese estado ni ahí con nada”, explicó.
El momento en que la pelota se mete en el arco de Johnny Herrera.
Perdido en las calles
El relato se pone crudo en la historia de Cataldo, donde lo que vivió en la infancia le repercutió cuando comenzaba una carrera en el fútbol, donde pudo brillar alto, pero no se lo permitieron.
“Empecé a tomar a los 12 años, a los 23 ya estaba hecho pedazos. Llegaba mal a entrenar, a veces le pedía al utilero que pusiera el sauna porque llegaba muerto de borracho y dejaba una hediondez terrible, pero como uno tenía la técnica, no le decían nada. La gente gozaba viéndome jugar, pero saliendo de la cancha era una persona llena de pena, con muchos problemas en el hogar y eso me agobiaba e hizo que me perdiera”, detalló.
“Terminé en la calle. Nadie me quería. Andaba por todos lados drogándome, buscando droga, me regalaban unas tremendas bolsas de coca, fue terrible. Una vez me quedé dormido en la calle y desperté con mucho frío. Ahí decidí internarme en un centro cristiano. En ese momento cambió mi vida”, recuerda.
El golazo a Herrera
Sin duda una de sus grandes recuerdos en el fútbol chileno fue el golazo de rabona, que sin duda lo inmortaliza en la historia, aunque se dio en un tiempo donde las cosas no venían bien.
“En esos tiempos yo tomaba de lunes a viernes, entonces antes de entrenar me tomaba un litro de leche y me iba. ‘Nano’ Díaz no me quería, así que yo le pedía a Dios que me diera un gol maravilloso cuando tuviera la oportunidad. Al final me citan para ese partido y yo pensaba cómo hacer el gol, pero al final mi pensamiento no tenía nada que ver con el de Dios. El de él era anotar de rabona”, finalizó.
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