El paratriatleta Yunerki Ortega no solo compite contra el reloj y la resistencia, sino que también contra una historia de sacrificios, fugas y sueños postergados. 

Tras escapar de la delegación cubana en Santiago 2023, encontró en Chile un nuevo hogar y el objetivo claro de llevar el paratriatlón nacional a los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles 2028. 

Pero en medio de su nueva vida, la distancia con su hija sigue siendo la herida que más le duele.

De campeón en Cuba a sobrevivir en la calle

En su país natal, Ortega acumulaba medallas y títulos, pero la vida estaba lejos de ser la de un deportista de élite.

“Muy sacrificada. No teníamos piscinas temperadas ni las condiciones adecuadas, pero entrenábamos igual, dos veces al día en el agua y una en el gimnasio”, relató en entrevista con la Universidad Finis Terrae.

A pesar de ser medallista parapanamericano y finalista paralímpico, los recursos eran tan escasos que tenía que salir a vender cosas en la calle para sobrevivir. 

Vivía en precarias condiciones en Cuba y veía a atletas de otros países, con menos resultados que yo, que vivían como personas. Yo decía: ‘Tengo que buscar algo mejor para mí yque mi esfuerzo y profesión se vean recompensados'”, comentó.

Yunerki Ortega.

Un escape casi cinematográfico

Ortega tenía la decisión tomada. Si clasificaba a Santiago 2023, no volvería a Cuba. Y así fue. El plan se concretó con mucho riesgo.

“El día de mi competencia ya me estaban vigilando y no pude salir, así que al día siguiente, con la ayuda de un amigo mexicano, esperé el momento en que el guardia de la delegación se distrajo y pude escapar”, confesó.

Su relato parece de película. Salió con ropa de calle, se subió a un bus con otra delegación y después tomó un taxi. 

“Esos 15 minutos esperando el taxi fueron los más largos de mi vida”. Tras eso, durmió en la calle y trabajó en Puente Alto antes de estabilizarse.

El sueño de Yunerki Ortega ahora es chileno

Gracias a la gestión de la diputada Erika Olivera, Ortega consiguió la nacionalidad chilena y hoy vive en el Centro de Alto Rendimiento (CAR), dedicado 100% al paratriatlón. 

Pero la distancia con su hija lo sigue marcando. “Dejar a mi hija y a mi madre. Mi hija cumple 10 años ahora y no la veo desde antes de venirme. Eso fue muy duro“, lamentó.

Pese a todo, su meta está clara. “Hoy quiero que todo eso pase en Chile. Me siento fuerte aún y puedo lograr buenos resultados para este país”, dijo.

Su objetivo es clasificar a Los Ángeles 2028 y abrir camino para el paratriatlón chileno. Eso sí, advierte que necesita ayuda.

“Es un deporte muy caro y hoy no tengo auspiciadores. Ojalá esta historia llegue a quienes quieran apoyarme para cumplir este sueño”, remarcó.