El brasileño Caté debe ser uno de los extranjeros más recordados en Universidad Católica. "Caté, por categoría", decía el gaúcho para explicar el apelativo de Marco Antonio Lemes Tozze, nacido en 1973 y que vistió la camiseta cruzada entre 1996 y 1997.

Con Fernando Carvallo en los mandos técnicos, el jugador fue la sensación del fútbol chileno por esos años, cuando comenzó a jugar como lateral derecho después de una vida como delantero. Fue clave en el título nacional de la UC en el Apertura 1997.

Pero así como cuenta buenas, también tuvo de las otras. Como cuando a fines de 1996 no llegó a un entrenamiento en San Carlos de Apoquindo. O más bien llegó, pero con más de una hora de retraso. Carvallo le preguntó qué le había pasado.

"Fue por el cambio de hora", respondió el brasileño para sacar carcajadas en el cuadro estudiantil. "Lo divertido es que la hora la habían cambiado el sábado y esto fue un lunes", recuerda Rodrigo Gómez, integrante de ese plantel.

Equipazo de la UC: Pizarro, Margas, Parraguez, Garrido Parraguez, Poli, Garrido y Tapia; Lunari, Caté, Acosta, Osorio y Bisconti

Equipazo de la UC: Pizarro, Margas, Parraguez, Garrido Parraguez, Poli, Garrido y Tapia; Lunari, Caté, Acosta, Osorio y Bisconti

A Caté lo reconocían como "desordenado y cabro chico", pero tuvo una carrera gloriosa. Fue campeón del mundo Sub 20 con Brasil, y en Sao Paulo bicampeón de Copa Libertadores y ganador de una Copa Intercontinental. Asi eran los jugadores que venían a Chile.

Con estos antecedentes, pudo pasearse por el planeta fútbol. Jugó en la Sampdoria de Italia y el New England Revolution de Estados Unidos, además de una decena de equipos de su país y un último paso por Palestino en 2005.

El brasileño Caté también jugó en el New England Revolution de Estados Unidos

El brasileño Caté también jugó en el New England Revolution de Estados Unidos

Se retiró en 2008 y luego fue entrenador hasta que, para sorpresa de los hinchas chilenos, Caté murió trágicamente en un accidente vehicular en Río Grande do Sul, el 27 de diciembre de 2011. Tenía solamente 38 años.

De todas maneras, quedará el recuerdo de un jugador que sacaba sonrisas dentro y fuera de la cancha, y trajo magia al fútbol chileno en la que fue probablemente la mejor década de su historia. Un aplauso al cielo para él.