En La Traviata, Mis Hermanos y Yo, Nour, un chico de 14 años, está disfrutando el inicio de las vacaciones de verano en el sur de Francia. Es el más joven de cuatro hermanos. Viven juntos en una casa municipal y se turnan para cuidar a su madre que está en coma. A ella le gusta la ópera italiana, así que Nour toca para ella y desarrolla su pasión por esa música. Él sueña con escapar a otro lugar, hasta que conoce a Sarah, una cantante de ópera que da clases de verano y que es su oportunidad para explorar nuevos horizontes.

Lo que hay aquí es una historia de simpleza absoluta. Muy mundana, de emociones a flor de piel; sin abusar de los recursos a la mano para forzar reacciones.

Esta película francesa fluye al ritmo de la vida, con situaciones complejas que ponen en aprietos, pero que hay que sobrevivir de una u otra manera.

No hay héroes ni villanos, solo la toma de decisiones para convertirse en alguien, para cumplir anhelos, para rebuscárselas y alcanzar destinos que a veces parecen muy lejanos, pero que de un momento a otro se ponen al alcance de la mano.

Review | La Traviata, Mis Hermanos y Yo.(Foto: CNC)

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¿Cómo es La Traviata, Mis Hermanos y Yo?

Siendo la historia de un adolescente, la mirada es más bien inocente hasta que el protagonista va descubriendo nuevas cosas que lo rodean. La situación precaria en la que viven; una madre en coma que se niegan a dejar ir y a quién deben necesariamente proveerle cuidados; el respeto, la ira y la admiración fraternal; la sensación de sentirse desplazado en un lugar en el que siempre han habitado, principalmente por los orígenes migrantes; estar inmerso en un sistema que poco ayuda y llama a rascarse con tus propias uñas.

Pero la óptica de la película no abusa de lo que describe, no es despiadada con quienes habitan su narrativa por el mero hecho de generar empatía a punta de situaciones extremas.

Review | La Traviata, Mis Hermanos y Yo.(Foto: CNC)

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En vez de eso, plantea un examen desde la libertad de unas vacaciones de verano en que se abren las posibilidades, y permite que las cosas sigan un curso natural en la exploración del mundo más allá del núcleo familiar. Por eso emociona. No porque la película busca inculcar una sensibilidad ante sus temáticas, sino porque quiere hacer cosquillas en los puntos adecuados de la consciencia para entender los embates de la vida que han llevado a esta familia de cuatro hermanos a ser lo que es: una dinámica que parece como sacada de la casa de cualquier potencial espectador.

En medio de todo, la música como un pasaje a la fantasía, melodías heredadas que conducen la travesía a la adultez, a tomar decisiones trascendentales, a arriesgarse. Y una figura, plasmada en la profesora de canto, que viene a remover los cimientos de la realidad que hasta ahora conocía el protagonista y que por su receptividad personal es capaz de acceder a experiencias que sus hermanos ni siquiera comienzan a dimensionar.

Review | La Traviata, Mis Hermanos y Yo.(Foto: CNC)

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De La Traviata, Mis Hermanos y Yo no se sale con el corazón apretado, compungido; más bien se siente una transferencia de alegría entre tanto drama. Una especie de alivio por el viaje del protagonista que, cuando parece agobiado, a pesar de su inexperiencia, sabe encontrar la vuelta de tuerca a los momentos críticos. No hay pugna entre el bien y el mal, solo una historia tremendamente humana en todas las tonalidades de grises que eso implica.