Esta es la historia postapocalíptica de Augustine (George Clooney), un científico aislado en el Ártico que intenta evitar que Sully (Felicity Jones) y su tripulación de astronautas regresen a la Tierra y encuentren una misteriosa catástrofe global.

La tarea es difícil desde el principio con "Cielo de Medianoche". Te presentan un ambiente hostil, pero no te quieren contar mucho más. Hay un peligro inminente, pero nunca se llega a dimensionar. Le cuesta llegar al conflicto y además lo segregan a través del minutaje al punto en que se diluye en su mismo desarrollo.

La convicción y firmeza que le habíamos conocido previamente a George Clooney en la dirección parece haberse desvanecido aquí, quedándole a mano sólo su potencial como actor que, aunque aquí navega en aguas turbulentas y una trama poco agraciada, es lo poco destacable que le resta a la entrega sobre todo cuando se planta frente a la debutante Caoilin Springall, quien con diálogos prácticamente nulos trasmite mucho más que gran parte del elenco involucrado.

Es que la película es prácticamente igual a sus protagonistas: le cuesta conectar con emociones, siempre está contenida. Aún cuando se proclaman ideas sobre el trabajo en equipo o la necesidad de establecer vínculos ante un futuro oscuro, en su esencia siempre se equipara a ese desolador páramo gélido en que se pierde Augustine. Es poco clara en sus intenciones, no da suficientes créditos a lo que se trae entre manos y se nubla en su propia exposición, terminando desorientada y perdida en la nada para el desconcierto de un espectador ante cuyos ojos lo más evidente es la debilidad de la construcción dramática.

George Clooney y Caoilin Springall en "Cielo de Medianoche".

George Clooney y Caoilin Springall en "Cielo de Medianoche".

Y es que no se sabe qué es lo que realmente está en riesgo hasta muy cerca del final. Para entonces, la perspectiva sobre lo que ocurre probablemente no hará cambiar la impresión de lo que se vio en las dos horas previas.

Si bien tiene unas cuantas escenas llamativas para engolosinar la vista y que fueron correctamente trabajadas en cuanto a cómo se desenvuelven, la mayor parte de la película parece plana, sin alma. Y aunque en esos pequeños momentos logra entusiasmar, cuando vuelve a su línea constante pierde al espectador porque poco importa lo que le ocurra a los individuos involucrados en la historia.

 

Los escenarios, las locaciones, se ven impresionantes; el trabajo de fotografía luce, al igual que el diseño de producción. Pero lo más deslumbrante es la música de Alexandre Desplat. El hombre no falla en sus labores. Aquí tiene una presencia discreta hasta ciertos momentos en que arremete para acentuar lo que sucede.

Pero "Midnight Sky" te oculta tanta información que difícilmente logra establecer las piezas en el tablero. Por eso seguir al personaje principal parece poco coherente, cuando te lo presentan como un egoísta empedernido, tan sumido y ahogado en su yo, que la preocupación por una tripulación desconocida parece extraña, por no decir absurda.

Felicity Jones en "Cielo de Medianoche".

Felicity Jones en "Cielo de Medianoche".

A pesar de que te dan pequeñas pistas en sus flashbacks retrospectivos, que hablan primordialmente sobre esa actitud absorta en sus anhelos e indiferente con quienes lo rodean, para el momento en que entiendes sus intenciones, insisto, ya ha pasado demasiado tiempo como para empatizar con su objetivo.

Este es un esfuerzo descomunal que no llega a buen puerto y a pesar de que tiene pequeñas chispas de lucidez o sorpresa, no es lo suficiente para salvar una película que se torna irremediablemente aburrida en su resultado final.