En una de esas historias que remecen el mundo del deporte, una leyenda del tenis hizo eco con declaraciones que dieron la vuelta al mundo. Pese a ganarlo todo, llegó a odiar esa actividad y estuvo a punto de dejarlo tempranamente.
Se trata de André Aggasi, el ex número 1 del mundo al que su padre boxeador obligó a dedicarse al tenis. Cuenta el mismo Kid de Las Vegas en su autobiografía que Mike, su papá obsesionado con el éxito, le construyó una máquina de lanzar pelotas a 180 km/h.
André la llamaba “el dragón”, entrenando duramente. En ese entonces, el astro estadounidense tenía solo 7 años. Después, llegaría la peor época que terminó por sepultar su deseo de jugar al tenis.
Soltó la presión y volvió al éxito
A los 13, André Agassi fue enviado a una academia en Florida, que el propio jugador la llamó “una cárcel con red”. Allí aprendió los golpes en el tenis, pero también a “ocultar su dolor”, como él mismo relata.

A los 16 ya era profesional, pero vivía atrapado entre flashes y la presión por responder al cartel de promesa estadounidense. Todo eso, de la mano de las exigencias de su padre.
“No soporto el tenis. Lo odio con oscura y secreta pasión. Siempre lo he odiado”, confesó el Kid de Las Vegas en su autobiografía, admitiendo que jugaba por miedo y obligación, pero nunca por pasión.

Y tras pasar por el peor momento en los 90, donde se lesionó, salió del top 100 del ranking y consumió sustancias ilegales, Agassi renació. Soltó la presión familiar, se separó de su mujer y volvió a jugar tenis por sí mismo.
Ahí ganó Roland Garros y los demás Grand Slam, rehizo su vida amorosa y lo más importante en su carrera, volvió a ser número 1, en una animada rivalidad con el chileno Marcelo Ríos.
