El pasado miércoles falleció a los 77 años, Manuel Araya, quien fue chofer y asistente de Pablo Neruda y, además, testigo clave que afirmó que el poeta fue asesinado.

¿Cuándo y cómo murió Pablo Neruda?

Pablo Neruda murió el 23 de septiembre de 1973 (69 años) en Santiago de Chile. La versión oficial de su muerte es que fue debido al cáncer de próstata que padecía. Sin embargo, este año, investigaciones llegaron a la conclusión de que falleció por envenenamiento en el hospital donde estaba ingresado, por órdenes del Gobierno militar de Augusto Pinochet.

Manuel Araya y la esposa del poeta, Matilde Urrutia, hospitalizaron a Neruda en la Clínica Santa María en Santiago, para estar más cerca del aeropuerto internacional, donde, lo más antes posible, tomaría un avión que lo llevaría al exilio en México.

Cabe aclarar que la muerte de Neruda ocurrió apenas 12 días después del golpe militar de Pinochet.

¿Qué fue lo que dijo Manuel Araya sobre la muerte de Pablo Neruda?

El chofer de Pablo Neruda, Manuel Araya, siempre afirmó que el poeta fue envenenado mientras estaba internado en la clínica. Sin embargo, esta versión solo fue escuchada por el Partido Comunista en 2011, luego de que declaraciones suyas sobre el tema fueron publicadas por un medio mexicano.

Araya, también declaró que mientras él, y Matilde Urrutia, realizaban diligencias fuera de Santiago, Neruda los llamó para contarles que lo habían inyectado y que se sentía mal. Murió solo horas después.

“La bacteria Clostridium botulinum encontrada en su cuerpo no tendría por qué haber estado en la osamenta de Neruda; esto quiere decir que fue asesinado, que hubo intervención de agentes del Estado”, afirmó el sobrino del poeta en una conferencia, tras publicarse los resultados del informe de un comité científico internacional conformado por expertos de la Universidad de McMaster (Canadá) y la Universidad de Copenhague (Dinamarca).

Cabe aclarar que una gran cantidad de la toxina Clostridium botulinum, puede llegar a generar problemas en el organismo humano, como dificultades para respirar, tragar o hablar y parálisis, entre otros síntomas, e incluso la muerte.