Julio Barroso llegó a Chile para jugar en Ñublense, el 2010. “Estaba desencantado del fútbol”, señaló en una charla en el podcast centenario de Colo Colo. Esto debido a que en Argentina lo hacían jugar de lateral y no de central.
Por eso aceptó jugar en el elenco chillanejo, para volver a sentir que podía ser útil como defensa central en un equipo. Y en uno de los primeros partidos en el Nelson Oyarzún, se enamoró de Colo Colo.
“Lo de Colo Colo lo cuento, pero no por quedar bien con el discurso. Una vez jugamos Ñublense-Colo Colo en Chillán, dirigía Cagna que fue mi compañero en Boca, y allá no ves tanto caudal de público cuando juegas por ejemplo contra Huachipato”, comenzó señalando.
Sin embargo, el Cacique, como es costumbre, llevó muchoa gente. “Ellos llenaron la tribuna y eso fue más parecido a lo del fútbol argentino, pura pasión. Y yo me desvivo por la pasión, es mi combustible, saco algo, se te enciende el fuego interno como me dice mi vieja”, señala Barroso.

Julio Barroso es un ícono de Colo Colo
El decreto de jugar en Colo Colo
Julio Barroso, que recién llegaba al país, asegura que eso lo dejó maravillado y se lo transmitió a un familiar que estaba en esos momentos junto a él.
“Estaba mi primo que me acompañó a Chile y le dije ‘voy a jugar en este equipo’. Coincidió que justo ese día fuera Colo Colo. No que las declare ahora, siempre decía quiero esto, para ponerme objetivos y no vivir el día a día”, manifiesta.

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Esto porque es parte de su personalidad. “Me motivan las cosas grandes, ya había sido seleccionado juvenil argentino y quería creérmela. Me identifica este tipo de hinchada, tengo que estar ahí decía“, cerró.
A los albos llegó el 2014, tras ser campeón en O’Higgins, y logró jugar por siete años. Consiguió tres campeonatos nacionales, dos Copa Chile y dos Supercopa, dejando un legado importante en el club.