El experimentado arquero de Deportes La Serena, Raúl Olivares, conversó con RedGol a través del Live de Instagram y recordó el patadón recibido de Albert Acevedo durante el Superclásico entre Colo Colo y Universidad de Chile en octubre de 2011.

 

“Ganábamos 2-1 y me tocó entrar. Vi que Juan Castillo va a reclamar a mitad de cancha y le ponen la segunda amarilla y lo expulsan. Quedamos todos con el trasero en las manos. Ya no encontrábamos que hacer. Era la mejor U de todos los tiempos, la de Sampaoli”, dijo La Araña.

Agregó que “al principio estaba tranquilo y de repente meten una pelota entrelíneas y veo que está en mi posición, para mí. De reojo viene alguien, que no era de Colo Colo. Pienso: tengo que poner todo, no me pueden hacer el gol. Voy con las manos, llego primero, la tengo y siento que me arrolla un tren”.

Siguió complementando: “fue un dolor que me dobla la columna para atrás. Tenía la oreja rajada y la clavícula quebrada. Fue la infracción más grave y más injusta que he recibido en mi carrera. No hubo nada, ni amarilla”.

Y la extensa conversación continuó con detalles sabrosos. Olivares exculpó a Acevedo de alguna mala intención, pero sí le molestó que el árbitro Claudio Puga no lo expulsara. Y los minutos siguientes fueron un calvario.

“Después conversamos con Albert, no somos amigos, pero si buenos compañeros. Ambos nos jugamos la vida y me tocó la patada, pero era el árbitro es el que tenía que ponerle la tarjeta roja. No vio nada, increíble”, manifestó.

Añade: “cuando estoy en el suelo llegan los médicos y me preguntan ‘¿Araña, estás para jugar?’ Sí, les respondo y me empiezan a echar un líquido… gritaba y decía garabatos, que no me echaran alcohol… y me contestan que era agua… Me dolía tanto. Entonces me dicen que me van a sacar y dije que no”.

 

 

“Me tranquilicé. Me vendan la cabeza y me levanto medio loco, pero no perdí el conocimiento. Y no tenía energías, fue como que el golpe me chupó la fuerza. Quedé con todo el cuerpo fatigado”, cuenta para proseguir con el relato: “me levanté igual y seguimos jugando. El problema viene cuando agarro una pelota y Boris Rieloff me grita: ¡acá! Se la trato de tirar con la mano y no podía mover el hombro… tenía lastimada la cabeza, la oreja, pero con la clavícula, que la ocupamos tanto los arqueros. No sabía qué hacer. Le gritaba al doctor que no aguantaba el dolor y no me escuchaba. Y Rieloff me la seguía pidiendo y no podía tirársela con la mano”.

¿Qué vino después? “Ingresa Rivarola, que entraba siempre a hacerle los goles a Colo Colo. Sabía que estaba complicado y me manda un remate para el lado que tenía el hombro malo. La saqué al córner, pero ahí me quede tirado. Y viene Eduardo Vargas y me dice ‘Araña, déjate de hacer tiempo’. Casi me sacan la cabeza y me dice que estaba haciendo tiempo… después viene el desastre del autogol (de Osmar Molinas)”, sostuvo.

Sentencia que “fue amargo porque después de ese episodio la gente me agradecía el aguante, pero la clavícula la tenía quebrada. Me perdí la selección. Volví a atajar y me sentía mal, se me soltaban las pelotas. Me terminaron apurando y al final me traen otro arquero. No me fui contento con Colo Colo”.