Las imágenes que se vieron este sábado en el Estadio Único Madres de Ciudades de Santiago del Estero, son de aquellas que no se quieren ver en el fútbol. Familias en la cancha, escapando de la violencia que se vive en la galería. El duelo entre Central Córdoba y Atlético Tucumán, en la última fecha de la liga argentina, será recordado por los desmanes.
Ni siquiera había mucho en juego. Central Córdoba, de la mitad para abajo de la tabla de posiciones, se veía las caras ante Atlético Tucumán, un equipo que empezó fuerte en la competencia, pero que se desinfló, hasta quedar en la medianía de la liga. Es decir, no se jugaba nada.
Pero, algo detrás de todo esto hacía ruido. La AFA permitió hinchada visitante en el partido, por lo que había 10 mil hinchas de Tucumán, galería en la que comenzaron los desmanes. El retorno de los aficionados visitantes se anunciaba como una especie de “broche de oro”, en un país que ya cumplió una década imposibilitado de esto.
Sin embargo, lo que parecía una buena noticia resultó en violencia. Ambas hinchadas comenzaron a lanzarse proyectiles, cuando apenas iban diez minutos de juego. Y no se detuvieron, pese al anuncio por altoparlante, lo que provocó que muchas familias se refugiaran en el campo, mientras algunos jugadores hacían gestos de que había niños hacia la galería.
Finalmente, pese a que el partido estuvo interrumpido por varios minutos, las acciones volvieron a desarrollarse y, hasta el final de esta nota, el Atlético Tucumán lo ganaba por la mínima, con un gol de Bautista Kociubinski (78′)… y volvió a desatarse la violencia