Hacer trampa no siempre es algo que reciba un castigo suficientemente justo. Que a Ecuador le restaran tres unidades en las Eliminatorias actuales por alinear a un supuesto colombiano mal nacionalizado terminó redundando en un castigo pequeño, que poco le sumó al que se creía como el principal perjudicado, Chile.
Sin embargo, el que sí terminó bastante castigado fue Byron Castillo. La adulteración de su identidad y la pugna por dejar fuera Ecuador del Mundial terminó siendo una mera polvareda al lado de las repercusiones que tuvieron esas acciones en el jugador.
Vapuleado internacionalmente y dejado de lado incluso por los propios ecuatorianos, Castillo tuvo que rearmarse y su ascendente carrera en el León de México terminó derrumbándose.
Su paso posterior por el Pachucha, sin pena ni gloria. A eso se suma el haber aportado mucho a una selección que terminó marginándolo del propio Mundial, donde, de todas formas, quedaron eliminados en primera ronda.
El presente de Castillo
No obstante, el colombiano-ecuatoriano es resiliente. Decidió marcharse a Uruguay, a jugar por Peñarol, y rehacer de esta manera su carrera. Ha ido sumando de a poco, pero está lejos de estar en su mejor momento.
De hecho, este fin de semana, estuvo presente en el duelo de Peñarol ante Cerro Largo. Pero, su bajo rendimiento hizo que a la mitad ya estuviera sentado nuevamente en la banca. Sufrió un duro golpe en la cabeza, desperdició un gol solo y no supo demostrar por qué en Ecuador querían tanto que fuese parte de la selección. Algo pasó.
Y bueno, todos sabemos qué. En palabras de Castillo, los últimos años han sido de una lucha constante por reinventarse. “El año pasado me pasaron muchas cosas feas. Han sido cosas muy fuertes. Me replantee seguir jugando al fútbol. Mi familia fue muy importante para que pueda salir adelante. Otra persona en mis zapatos no sé si salía”, señaló en conversación con Sport 890 de Uruguay.
“Tengo mucha fe de que este año la voy a romper en Peñarol. Que quede grabado, tengo la esperanza de lograr cosas importantes y pelear hasta el final internacionalmente”, añadió el que fuese el chivo expiatorio de la ira chilena por no clasificar al Mundial.