En Vértigo, Becky y Hunter viven la vida tratando de superar tus miedos y empujar tus límites. Sin embargo, después de subir hasta la cima de una torre de comunicaciones abandonada, se encuentran atrapadas y sin forma de bajar. A 600 metros del suelo y totalmente alejadas de la civilización, las mujeres pondrán a prueba sus habilidades de escaladoras expertas y lucharán desesperadamente por sobrevivir aunque lo tengan todo en contra.
La película parte con todos los clichés posibles. Eso es real e inevitable. Una tragedia desgarradora establece las bases de la esta historia de supervivencia, en la que una mujer sumida en la pena se pone a prueba tras derrumbarse psicológicamente y casi ahogarse en alcohol.
Están las chicas lindas, la relación quebrada con un padre que no entiende la tortura psicológica a la que se auto somete su hija, la influencer que busca a toda costa los “me gusta” y -cómo no- la prueba absolutamente absurda ante la que sucumben de manera voluntaria, porque de lo contrario no habría película.
Esta película más bien simple, directa y visceral. Si superas la barrera inconsciente que supone la ridiculez del riesgo que corren las protagonistas, sorpresivamente entrega mucho más de lo que promete su trailer.
¿Cómo es la nueva película Vértigo?
Y es que si se la mira de lejos, la apuesta parece una mera película de sobrevivencia con jóvenes irresponsables que se meten en problemas; pero lo cierto es que termina como un dispositivo imperfecto pero con aceitado engranaje que toca las teclas precisas para inyectar tensión en las venas durante la hora y media en que se extiende.
Una vez que Becky y Hunter están atrapadas y aisladas a plena luz del día y al aire libre -por contradictorio que suene-, la trama te empuja al borde del asiento, a estrujarte las manos de nervios e incluso a taparte los ojos por esas vertiginosas tomas aéreas en que parece que el espectador mismo puede caer al vacío en cualquier momento.
Las culpas también hacen de lo suyo en la ya suficientemente agobiante situación. Se aprietan las emociones con descubrimientos inesperados en los peores momentos posibles, mientras las posibilidades se agotan y otras amenazas físicas acechan.
Si ya estás arriba de la montaña rusa, concentrado en el sufrimiento, todo lo cliché ya te tiene en sus manos y sólo eleva la incertidumbre sobre la resolución. Más cuando te entregan un giro que es levemente sorprendente, pero que aún así te da un último golpe antes del final.
En Vértigo, la edición a veces traiciona, la música anuncia demasiado los problemas por venir, la cámara juega en el mismo terreno y puede que ocupe recursos que ya se han visto; pero aunque reconoces esas fallas, en su conjunto, igualmente logran conseguir su objetivo principal: eso de erizar la piel apelando al sentido más primitivo de la sobrevivencia, mientras intentas controlar el sudor frío en tu frente, la sed, la sensación de calor y frío, la fragilidad emocional, además de la rabia por lo irracional de la hazaña; eso al menos hasta que te das cuenta de que estás en la seguridad de la sala de cine y respiras aliviado.