El pasado 6 de septiembre por la noche, la nave espacial Starliner de Boeing aterrizó sin contratiempos en el desierto de Nuevo México, culminando una misión que estuvo marcada por múltiples retrasos y problemas técnicos.
A pesar de que el plan original incluía el regreso de dos astronautas de la NASA a bordo de la nave, el aterrizaje se realizó sin ellos.
La nave Starliner reingresó a la atmósfera terrestre a una velocidad de aproximadamente 27.400 km/h. Tras desplegar sus paracaídas y activar un sistema de airbags, tocó tierra suavemente en el White Sands Space Harbor, en el árido desierto de Nuevo México, según mostró la transmisión en vivo de la NASA.
Este aterrizaje marca el cierre de una misión crítica para Boeing, cuyo objetivo era probar la capacidad de la Starliner como una alternativa de transporte espacial para la NASA. Sin embargo, el viaje no salió según lo previsto.
¿Por qué la Starliner volvió sin astronautas?
Los astronautas de la NASA Suni Williams y Butch Wilmore debían regresar a la Tierra en la Starliner poco después de su lanzamiento en junio. Sin embargo, varios problemas técnicos, incluidos fallos en los propulsores y fugas de helio, llevaron a la NASA a considerar que el regreso en esta nave era demasiado arriesgado.
En lugar de regresar, ambos astronautas permanecerán en la Estación Espacial Internacional (EEI) hasta febrero de 2024, cuando está previsto que vuelvan a bordo de la nave Dragon de SpaceX. Por lo tanto, la Starliner regresó a la Tierra con sus asientos vacíos y algunos equipos antiguos de la estación a bordo.
Una misión llena de desafíos
El vuelo tripulado de la Starliner ha sido un desafío para Boeing desde el principio. Tras la retirada del programa de transbordadores espaciales de la NASA, la agencia contrató a Boeing y SpaceX para desarrollar sistemas de transporte que llevaran astronautas a la órbita. Mientras que SpaceX ha tenido varios éxitos con su nave Dragon, Boeing ha enfrentado una serie de complicaciones técnicas.
De hecho, esta misión fue el resultado de años de retrasos y pruebas fallidas. El primer vuelo de prueba en 2019, que no llevaba tripulación, reveló múltiples problemas, lo que obligó a repetir la misión en 2022, nuevamente con contratiempos que sumaron más de 1.500 millones de dólares en reparaciones.
Incluso en esta misión, el lanzamiento, que finalmente se realizó el 5 de junio, sufrió varios retrasos por problemas en el sistema de válvulas y fallos en los controles de lanzamiento. A pesar de estos obstáculos, la nave finalmente llegó a la ISS, pero con fugas de helio que generaron preocupaciones adicionales sobre la seguridad.
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