Luego de que la Unión Europea propusiera vetar la compra de petróleo a Rusia y embargar los refinados, este lunes Japón anunció un embargo contra las importaciones del crudo ruso e instó al G7 a hacer lo mismo.
La información fue entregada por el Primer ministro nipón, Fumio Kishida, quien aclaró que pese a ello, Japón mantendrá sus intereses en los proyectos energéticos con Rusia.
Según Kishida, el gobierno buscará minimizar el impacto del suministro energético, ya que Japón “depende en gran medida de las importaciones de energía.Es una decisión muy difícil, pero la coordinación del G7 es más importante en un momento como el actual”.
El anuncio de Japón fue realizado en horas previas en horas previas a la reunión del G7 que agrupa a Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido; y tras el encuentro, el grupo acordó reducir la dependencia energética de Rusia.
En este sentido, las grandes potencias mundiales evalúan una implementación con transición, para que otros países encuentren alternativas al suministro. Por su parte, el primer ministro nipón aseguró que buscan “proteger el orden internacional”.
Japón importa el orden del 3,6% del petróleo y sus derivados desde Rusia, mientras que la mayor parte del crudo la importan desde países del Medio Oriente. Aun así concretarán el embargo al crudo ruso de manera gradual, de tal manera que no se afecten los precios.
Veto desde la Unión Europea
El pasado miércoles la Comisión Europea propuso al parlamento europeo vetar la compra de petróleo ruso y un embargo a los refinados en un sexto paquete de medidas económicas contra Rusia por la invasión a Ucrania.
Para que el veto sea aprobado, requiere del visto bueno de los 27 Estados miembros que componen la Unión Europea, sin embargo, Hungría estaría por rechazar la medida, ya Rusia es la única fuente de suministro de crudo y no tienen la posibilidad de importar petróleo vía marítima.
Así lo informó el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien aseveró que la propuesta de la Comisión Europea “que está sobre la mesa crea un problema y no plantea una solución. Esto es inaceptable desde el punto de vista húngaro”, añadiendo que la iniciativa es equivalente “a lanzar una bomba atómica sobre la economía de nuestro país”.