Hay veces que uno anda con la bendición. Es lo que le está pasando a Ángelo Henríquez en Rusia, donde el delantero chileno anotó su segundo tanto consecutivo por la Premier del país de Putin.

No es fácil lo que está enfrentando el Baltika, equipo del chileno. El cuadro de Kaliningrado está luchando por la permanencia en la máxima categoría del fútbol ruso y para ello se juega la vida en cada partido.

Si la semana pasada le habían ganado de forma contundente al Akhmat Grozny, por 7-1, esta semana el rival era más complicado. El Sovetov, en el sexto lugar de la Premier rusa, venía de tres partidos seguidos sin conocer de derrotas y quería seguir extendiendo esa estadística.

No obstante, el Baltika sería el que empezaría poniéndose en ventaja primero. Eso gracias a una avivada de Ángelo Henríquez, cuyo nombre aparece en su camiseta en cirílico.

Gol y triunfo

Se empezaban a jugar los últimos minutos del partido ante el Sovetov. Parecía que los ceros en el marcador se quedarían hasta el final, como un invitado piedra a la tarde de fútbol. Todo cambió cuando el reloj pasaba los 83 minutos de juego.

Entonces, Dmitri Rybchinskiy se la acomodó para su derecha, miró el área y mandó un centro cuyo aterrizaje se proyectaba en el área chica del Soretov. El arquero salió con los puños, pero chocó con un defensa. Ángelo, que también había saltado a cabecear, perdió un segundo de vista el balón, pero de repente se encontró con él justo al frente. No perdonó.

El gol del chileno (84′) desató la algarabía entre los hinchas locales. El Baltika destapaba la alegría en su casa y parecía que nada podía cambiar aquello. Hasta que llegó el empate de Rahmanovic (90+2′).

Pese a ello, el equipo de Ángelo Henríquez (que jugó todo el partido) no se rindió. Fue así como la recompensa tardaría en llegar, pero finalmente lo haría, a los 90+6′, con un tanto de Dmitri Rybchinskiy.

Con esta victoria el Baltika sale de los puestos de descenso inmediato y se posiciona en los playoff. Si bien sigue complicado, sólo tres puntos lo separan del Orenburg, el último (o el primer) equipo en tener exorcizado, por el momento, al fantasma de la B.