No más pruebas, su señoría. Lionel Messi ha hecho suyo el cetro del mejor futbolista de todos los tiempos, que por años disputaron atletas históricos de la talla de Alfredo di Stefano, Pelé, Johan Cruyff y Diego Maradona. En casi dos décadas de brillante carrera, el argentino echa abajo la estanteria de la historia y se pone en lo más alto del deporte más grande.

La discusión está lanzada hace décadas. Qué es más importante, la gloria subjetiva bajo una camiseta, la maestría o destreza individual, la cantidad de títulos, de goles, de victorias, el comportamiento ejemplar de un atleta que ilumina el globo. Y no hay ninguna en la que la que el rosarino de 35 años no sea el mejor, el dios, el epítome.

Si piden números, números hay. Siete balones de oro, seis botas de oro, diez ligas españolas y una en Francia, cuatro Champions League, tres mundiales de clubes, el Mundial Sub 20, los Juegos Olímpicos de Atenas, la Copa América de Brasil, el Mundial de Qatar 2022. ¿Existe descripción más salvaje de un animal de triunfos y galardones?

Son 42 títulos en su carrera y eso que le tocó perder. Contra Chile, dos finales de la Copa América por penales, y una tercera ante Brasil. Y claro, la Copa del Mundo de 2014 en tiempo extra ante Alemania. Pesadillas que lo hicieron renunciar a la selección argentina, pero que templaron su alma para ir por el último baile en Qatar. Lo merecía él y el mundo.

Más de 1.200 goles en su cuenta oficial, con amistosos y encuentros por divisiones inferiores. 380 asistencias que lo convierten en el jugador más relevante a nivel ofensivo en la historia. ¿Premios? Hasta la final del Mundial, La Pulga totaliza 127 coronas individuales y es el jugador sudamericano con más partidos y goles en selección. Incólume.

Pero las estadísticas no hacen justicia con lo que vimos quienes fuimos testigos de estos veinte años. De la zurda amasando un balón con la camiseta argentina número 19 en el Sudamericano Sub 20 de Colombia, en 2005, su primera aparición con la Albiceleste y el inicio del romance entre un niño-hombre que llegó a España antes de terminar el colegio.

De su pelo largo al viento y velocidad de cohete para dejar atrás seis jugadores y recorrer 55 metros en doce segundos ante el Getafe, un recuerdo imborrable con la camiseta de Barcelona, que enmarca su condición excepcional de atleta de 169 centímetros, con un centro de gravedad más bajo, que hizo pasar a miles a lo largo de su trayectoria.

 

 

Hoy Messi es Messi y nada más. El resto podrá pelear el segundo lugar del panteón mundial, pero un solo hombre capaz de desarmar a cada bestia que se le puso por delante y que entrenó cada uno de sus movimientos por dos décadas, es la historia que no puede contar nadie más. ¿Qué será del fútbol cuando ya no esté?

Porque no hubo nadie como él y no habrá nadie más después de él. En este planeta, en este espacio-tiempo, en esta dimensión, sólo estará Lionel Andrés Messi Cuccittini y la pelota atada a la zurda, eludiendo estrellas y soles hasta los rincones del universo del fútbol. Messi, el fútbol es tuyo.