Las deportistas al tener un aumento de flujo sanguíneo, mayor sudoración y oxigenación por los tipos de ejercicios que realizan, pueden verse cambios fisiológicos o patológicos en la piel. La Dermatóloga de Medicop, María Luisa Pérez-Cotapos, considera que “el practicar deportes o hacer ejercicio físico aumenta la perfusión sanguínea de la piel, manteniendo mejores niveles de oxígeno y sus nutrientes, lo que permite preservar y renovar el colágeno y la elastina, responsables de la firmeza de la piel, evitando flacidez y otros signos del envejecimiento”.
Al mismo tiempo, a través del sudor que se produce durante el ejercicio y el calor “se eliminan toxinas e impurezas que pueden inducir algunas patologías cutáneas”, afirma la doctora.
En cuanto a las recomendaciones para las deportistas que buscan un bienestar dermatológico, la dermatóloga de Medicop recomienda que en las zonas expuestas al sol como el rostro y escote, tengan una “protección solar efectiva, usando factores 50+ aprobados por el ISP, su aplicación debe ser cada 3 o 4 horas y aplicarla antes de salir de la casa”.
“Hay que repetir la aplicación si se mojan, si sudan y se secan, por el arrastre del protector solar”, agregó la dermatóloga. Siempre el ejercicio debe acompañarse de una hidratación de al menos dos litros de agua diarios y una correcta humectación de la piel, principalmente si están sometidas a temperaturas extremas tanto de frío como de calor.
Si bien la limpieza es fundamental, la doctora Pérez-Cotapos considera que “no es necesario el exceso de lavado post ejercicio. Se recomiendan duchas cortas y lavar el rostro dos veces al día”, esto debido a que si el lavado es excesivo, hay un riesgo de que la piel se vea irritada por la resequedad o que se descame, arda y se enrojezca por la pérdida de la capa córnea.
Según la Organización Mundial de la Salud, la actividad física controlada ayuda a manejar las cardiopatías, el peso, fortalece músculos y huesos, la diabetes mellitus tipo 2 y el cáncer. En cuanto al ámbito psicológico, reduce los síntomas de depresión, ansiedad, deterioro cognitivo, la memoria y la salud cerebral, aumentando las posibilidades de tener mejor calidad de vida. Aún así, “en casi todos los países las niñas y las mujeres son menos activas que los niños y los hombres”, asegura la OMS.